En la Argentina, es inevitable que una revista sensacionalista de gran tiraje, lance todos los años su infaltable artículo sobre “la muerte del Psicoanálisis”. En ese y otros escritos, el “profano” se entera de los “oscuros secretos” de esta teoría. Que su praxis es cara y requiere mucho esfuerzo (tres sesiones semanales y más de un año de duración, en su vertiente ortodoxa) que el analista en realidad no ejerce ninguna mejora en el paciente, o la frutilla del postre que es la siguiente: “El psicoanálisis no cura”.
Lo que se cuidan bien de aclarar, es que el hecho de que no cura, es una cuestión relacionada con las estructuras psiquicas, que el psicoanálisis no cura... pero la psiquiatria tampoco.
También suele presentárselo como una especie de secta, como si la teoria Freudiana fuera un dogma indiscutido por una manada de seguidores, que abandonando la ciencia ortodoxa y el sentido común, se entregaran a una práctica esóterica, “el psicoánalisis es brujería” como dijo Mario Bunge.
Por supuesto, no van a citar otros trabajos epistemólogicos como el de Miguel Kolteniuk Krause, donde el Psicoánalisis es reinvidicado.
También se callan muy bien, el hecho de que en el caso de que el Psicoanálisis fallara el test, eso no lo refutaría, sino que lo colocaría en la misma categoría de conocimientos que las otras ciencias sociales. Pasaría al grupo de la Historia, la Geografía, la Sociología, la Medicina ¡espere! ¿cual es la crítica entonces? El requisito de predictibilidad puede ser fundamental en química, ¿pero usted dejaría de leer un mapa, porque no puede predecir donde construíran una ciudad nueva? ¿o de leer un libro de Historia, porque no le permite saber quién será el próximo presidente?.
La crítica al Psicoanálisis falla en notar que el mismo se hizo popular por su increíble éxito. En el campo de la histeria, funcionó donde fracasó la medicina. Y eso es lo que nadie le perdona.
Hay otra cosa que es mezcla de estupidez e ignorancia y es la de considerar que el análisis es todo lo que opinara Freud. O Lacan. O Klein. O Miller.
Una de las marcas de fábrica de esta disciplina es su adogmatismo. Freud no tuvo empacho de cambiar sus teorías cada vez que lo creía necesario, ni sus discipulos de publicar sus propias ideas aunque contradijeran las del maestro. Y un buen ejemplo es el de Anna Freud, quién con su “psicología del Yo”, pedagojizo esta teoría, emprendimiento que había sido abandonado por el mismísimo Sigmund.
Pero, como la persona que tiene una animal maullando en una caja y afirma que es un perro, ambas partes del debate han abandonado la pregunta real en todo este asunto y que es esta:
¿Hay pruebas de laboratorio que confirmen o refuten las hipótesis básicas del Psicoanálisis?
Por supuesto, nadie espera que TODAS las ideas de Freud sigan en pie un siglo después de la presentación de su teoría. Así que deberíamos ver cuales son estas ideas básicas.
Gerard Roth (profesor de fisiología de la conducta en la Universidad de Brenen) enumera cuatro:
1) Lo inconsciente controla lo consciente con mayor rigor que lo consciente el inconsciente
2) Desde una consideración temporal de los fenómenos, lo inconsciente o “ello” aparece antes
que el “yo” consciente y establece muy pronto la estructura de la psique;
3) Los conflictos inconscientes se exteriorizan en la consciencia “disfrazados” en a través
de sueños, actos fallidos o neurosis;
4) el “yo” no sabe nada de los determinantes inconscientes del vivir y del actuar.
La primera idea es accesible desde el simple sentido común y es cierta. Cuando nos enamoramos de alguien tiene un “no se qué” (que puede a veces ser nefasto) o por otra parte, ese amigo del sexo opuesto que es inteligente, lindo, y “etc” al cual no deseamos como pareja “le falta algo”. También es cierto el hecho de que olvidamos ciertos recuerdos de una manera aparentemente selectiva. Si bien no ha podido determinarse completamente la naturaleza de este “censor” las exploraciones gráficas cerebrales han mostrado un funcionamiento conjunto de “los centros límbicos (como la amígdala), así como la corteza insular, cingular y orbito- frontal, desempeñan a este respecto un importante papel, pues guardan una estrecha conexión con el hipocampo, la central mnémica del cerebro.”
El siguiente punto también es correcto y es simple biología: el desarrollo cerebral de los tres primeros años de vida funciona desde el sistema límbico, el “ello” dirige los primeros aspectos del desarrollo hasta que alrededor de los tres años se hace más completa la estructura del hipocampo y la corteza asociativa constituye a nivel consciente la memoria autobiográfica. Toda actividad psiquica anterior a este momento (dirigidas por las regiones más profundas del cerebro “el ello”) no puede ser recordada y es, inconsciente por definición. En buen criollo: los bebés no están aún lo suficientemente desarrollados para tener un aparato psiquico completo, y el psiquismo que poseen, la parte del cerebro que dirige este estadio de desarrollo, se corresponde bastante bien con lo que lo analistas llaman “ello”.
El tercer punto que casi no ha sido abordado por las neurociencias, es uno que ha tenido, una comprobación empírica más amplia. Dificílmente pueda falsacionarse una tesis que no ha ingresado en los laboratorios. Pero emprendimientos prometedores como el neuropsicoanálisis, probablemente logren echar luz sobre este aspecto.
Para el cuarto punto es más pertinente citar textualmente a Gerhard Roth: “El “yo” toma experiencia de sí mismo como origen de sus deseos y pensamientos, así como causante y ejecutor de sus actuaciones. Se siente libre, se percibe sin condicionamiento por ningún factor causal aparte de sí mismo y piensa que, si quisiera, podría actuar en muchas situaciones de forma distinta de la que lo hace. En realidad, dado que la consciencia está unida a la actividad cortical, el “yo” no puede rastrear hasta sus orígenes las influencias del sistema límbico subcortical, pues entonces no serían inconscientes. Simultáneamente, el “yo” se encuentra en la obligación de justificar sus actos ante sí mismo y ante los otros, lo que a menudo da lugar a confabulaciones. El “yo” tiene que explicar cosas que no conoce por la experiencia consciente, sino que como mucho sólo llega a vislumbrar.”
Más allá de lo que periodisticamente se quiera hacer ver, el psicoanálisis esta muy lejos de ser una teoría o abordaje “muerto” científicamente. Es más, los puntos principales de la tesis Freudiana siguen abiertos a debate. El hecho de que multitudes de corrientes psicológicas enraizen su identidad diferenciandose de esta teoría es un involuntario homenaje a la profundidad, corrección, difusión y penetración de esta corriente de pensamiento.
A despecho de los vendedores de pastillas... hablaremos de Freud por un largo rato.
(Fuente: revista Mente y Cerebro. N° 18, 2006).
Lo que se cuidan bien de aclarar, es que el hecho de que no cura, es una cuestión relacionada con las estructuras psiquicas, que el psicoanálisis no cura... pero la psiquiatria tampoco.
También suele presentárselo como una especie de secta, como si la teoria Freudiana fuera un dogma indiscutido por una manada de seguidores, que abandonando la ciencia ortodoxa y el sentido común, se entregaran a una práctica esóterica, “el psicoánalisis es brujería” como dijo Mario Bunge.
Por supuesto, no van a citar otros trabajos epistemólogicos como el de Miguel Kolteniuk Krause, donde el Psicoánalisis es reinvidicado.
También se callan muy bien, el hecho de que en el caso de que el Psicoanálisis fallara el test, eso no lo refutaría, sino que lo colocaría en la misma categoría de conocimientos que las otras ciencias sociales. Pasaría al grupo de la Historia, la Geografía, la Sociología, la Medicina ¡espere! ¿cual es la crítica entonces? El requisito de predictibilidad puede ser fundamental en química, ¿pero usted dejaría de leer un mapa, porque no puede predecir donde construíran una ciudad nueva? ¿o de leer un libro de Historia, porque no le permite saber quién será el próximo presidente?.
La crítica al Psicoanálisis falla en notar que el mismo se hizo popular por su increíble éxito. En el campo de la histeria, funcionó donde fracasó la medicina. Y eso es lo que nadie le perdona.
Hay otra cosa que es mezcla de estupidez e ignorancia y es la de considerar que el análisis es todo lo que opinara Freud. O Lacan. O Klein. O Miller.
Una de las marcas de fábrica de esta disciplina es su adogmatismo. Freud no tuvo empacho de cambiar sus teorías cada vez que lo creía necesario, ni sus discipulos de publicar sus propias ideas aunque contradijeran las del maestro. Y un buen ejemplo es el de Anna Freud, quién con su “psicología del Yo”, pedagojizo esta teoría, emprendimiento que había sido abandonado por el mismísimo Sigmund.
Pero, como la persona que tiene una animal maullando en una caja y afirma que es un perro, ambas partes del debate han abandonado la pregunta real en todo este asunto y que es esta:
¿Hay pruebas de laboratorio que confirmen o refuten las hipótesis básicas del Psicoanálisis?
Por supuesto, nadie espera que TODAS las ideas de Freud sigan en pie un siglo después de la presentación de su teoría. Así que deberíamos ver cuales son estas ideas básicas.
Gerard Roth (profesor de fisiología de la conducta en la Universidad de Brenen) enumera cuatro:
1) Lo inconsciente controla lo consciente con mayor rigor que lo consciente el inconsciente
2) Desde una consideración temporal de los fenómenos, lo inconsciente o “ello” aparece antes
que el “yo” consciente y establece muy pronto la estructura de la psique;
3) Los conflictos inconscientes se exteriorizan en la consciencia “disfrazados” en a través
de sueños, actos fallidos o neurosis;
4) el “yo” no sabe nada de los determinantes inconscientes del vivir y del actuar.
La primera idea es accesible desde el simple sentido común y es cierta. Cuando nos enamoramos de alguien tiene un “no se qué” (que puede a veces ser nefasto) o por otra parte, ese amigo del sexo opuesto que es inteligente, lindo, y “etc” al cual no deseamos como pareja “le falta algo”. También es cierto el hecho de que olvidamos ciertos recuerdos de una manera aparentemente selectiva. Si bien no ha podido determinarse completamente la naturaleza de este “censor” las exploraciones gráficas cerebrales han mostrado un funcionamiento conjunto de “los centros límbicos (como la amígdala), así como la corteza insular, cingular y orbito- frontal, desempeñan a este respecto un importante papel, pues guardan una estrecha conexión con el hipocampo, la central mnémica del cerebro.”
El siguiente punto también es correcto y es simple biología: el desarrollo cerebral de los tres primeros años de vida funciona desde el sistema límbico, el “ello” dirige los primeros aspectos del desarrollo hasta que alrededor de los tres años se hace más completa la estructura del hipocampo y la corteza asociativa constituye a nivel consciente la memoria autobiográfica. Toda actividad psiquica anterior a este momento (dirigidas por las regiones más profundas del cerebro “el ello”) no puede ser recordada y es, inconsciente por definición. En buen criollo: los bebés no están aún lo suficientemente desarrollados para tener un aparato psiquico completo, y el psiquismo que poseen, la parte del cerebro que dirige este estadio de desarrollo, se corresponde bastante bien con lo que lo analistas llaman “ello”.
El tercer punto que casi no ha sido abordado por las neurociencias, es uno que ha tenido, una comprobación empírica más amplia. Dificílmente pueda falsacionarse una tesis que no ha ingresado en los laboratorios. Pero emprendimientos prometedores como el neuropsicoanálisis, probablemente logren echar luz sobre este aspecto.
Para el cuarto punto es más pertinente citar textualmente a Gerhard Roth: “El “yo” toma experiencia de sí mismo como origen de sus deseos y pensamientos, así como causante y ejecutor de sus actuaciones. Se siente libre, se percibe sin condicionamiento por ningún factor causal aparte de sí mismo y piensa que, si quisiera, podría actuar en muchas situaciones de forma distinta de la que lo hace. En realidad, dado que la consciencia está unida a la actividad cortical, el “yo” no puede rastrear hasta sus orígenes las influencias del sistema límbico subcortical, pues entonces no serían inconscientes. Simultáneamente, el “yo” se encuentra en la obligación de justificar sus actos ante sí mismo y ante los otros, lo que a menudo da lugar a confabulaciones. El “yo” tiene que explicar cosas que no conoce por la experiencia consciente, sino que como mucho sólo llega a vislumbrar.”
Más allá de lo que periodisticamente se quiera hacer ver, el psicoanálisis esta muy lejos de ser una teoría o abordaje “muerto” científicamente. Es más, los puntos principales de la tesis Freudiana siguen abiertos a debate. El hecho de que multitudes de corrientes psicológicas enraizen su identidad diferenciandose de esta teoría es un involuntario homenaje a la profundidad, corrección, difusión y penetración de esta corriente de pensamiento.
A despecho de los vendedores de pastillas... hablaremos de Freud por un largo rato.
(Fuente: revista Mente y Cerebro. N° 18, 2006).