Natán Ezequiel Sanchez
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Lo que el Evangelio significa para gente como yo. -- Richard D. Poll

1/30/2014

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 Richard D. Poll, profesor de historia de la Universidad de Brigham Young

Yo creo que se pueden distinguir, entre los mormones activos, dos clases de miembros de la iglesia. No estoy contrastando activos e inactivos, ni miembros fieles y apóstatas, sino que me estoy refiriendo a dos tipos de mormones que participan activamente y que están profundamente dedicados al evangelio, pero que tienden a dudar de la legitimidad y de la utilidad del compromiso asumido por el otro grupo.

No voy a validar en este ensayo los prejuicios expresados por ninguno de los dos grupos. Simplemente voy a (1) describir los dos grupos tan despasionadamente como me sea posible, (2) identificarme con uno de los dos tipos, y (3) dar testimonio de las bendiciones que la iglesia le ofrece a los miembros que se identifican con mi grupo. Ojalá que este esfuerzo nos ayude a superar diferencias y a alcanzar la "unidad de fe" que Cristo dijo ha de ser nuestra meta.

Permítanme proponer dos símbolos que representan mis dos tipos de mormones. He elegido imágenes positivas, porque solamente estoy hablando de miembros fieles de la iglesia. Tomé estas imágenes del Libro de Mormón, que es un buen lugar donde buscar símbolos y consejo.

La primera imagen proviene del sueño de Lehi y es la barra de hierro. La segunda imagen proviene de la experiencia de Lehi y es la liahona. Los dos símbolos manifiestan de manera similar el hecho de que Dios se preocupa y se interesa por sus hijos. Las diferencias entre los dos símbolos ilustran el contraste que existe entre los dos grupos.

Para las personas que se aferraban a la barra de hierro, esa barra representaba la palabra de Dios y definía claramente cada uno de los pasos en el camino hacia el Árbol de la Vida; todo lo que las personas tenían que hacer a aferrarse a la barra a medida que avanzaban. En el sueño de Lehi el camino no era fácil, pero era claro.

La liahona, en cambio, era una brújula. Señalaba el destino, pero no marcaba todo el sendero; la claridad de las instrucciones variaba según las circunstancias del usuario. Para la familia de Lehi, la liahona era un instrumento sagrado que les recordaba sus metas temporales y sus metas eternas, pero no delineaba el curso a seguir de manera infalible.

Así como la barra de hierro y la liahona son dos maneras de acercarse a la palabra de Dios y al reino de Dios, también hay en la iglesia dos tipos de miembros que buscan la palabra y el reino de Dios. La diferencia fundamental entre los dos grupos es la manera en que entienden su relación con la "palabra de Dios" y el concepto de "la plenitud del evangelio." ¿Cómo ven ustedes las revelaciones de nuestro Padre Celestial? ¿Como una barandilla que nos conduce al reino, o tan sólo como una brújula?


Los mormones Barra de Hierro no buscan preguntas en el evangelio, sino solamente respuestas; en el evangelio, o en la manera en que lo entienden, tales miembros encuentran, o creen que pueden encontrar, la respuesta todas las peguntas importantes. Los mormones Liahona, en cambio, se interesan más en las preguntas que el evangelio genera, y tienden a recibir respuestas con escepticismo. Para ellos, el evangelio da respuesta a una cantidad suficiente de preguntas, lo que les permite funcionar con claridad de propósito aunque no tengan todas las respuestas.

Como dije al comienzo, yo encuentro mormones Barra de Hierro y mormones Liahona en casi cada congregación mormona. Se los distingue por el tipo de comentarios que hacen en las clases de doctrina del evangelio y por el lenguaje que utilizan cuando dan el testimonio. Lo que los motiva a ser tan diferentes no es fácil de definir. Entre los conversos nuevos tal vez predominen los mormones Barra de Hierro; y, sin embargo, muchos hoy en día se sienten atraídos a la iglesia por razones que corresponden a los mormones Liahona, y que comentaré mas adelante. Es posible que los miembros que no hayan tenido nunca una experiencia de conversión emocional tengan en su mayoría testimonio tipo Liahona, pero muchos de tales miembros han desarrollado compromisos tipo Barra de Hierro en el hogar, en la escuela dominical, en el campo misional, o alguna otra condición circunstancial. No parece existir correlación alguna entre estos dos tipos de mormones y su estatus social y económico; la noción de que el estudio y la educación tiende a producir mormones Liahona tiene tantas excepciones que tal vez sea posible afirmar que el estudio y la educación simplemente hace que los mormones Liahona sean más elocuentes. Dicho sea de paso, algunos de los mormones Barra de Hierro más prominentes de la iglesia son profesores en la Universidad de Brigham Young.

Supongo que la existencia premortal algo tendrá que ver en el lugar que ocupamos en esta clasificación, tal como influya tal vez otras circunstancias de la vida mortal, pero la genética no determina a qué campo pertenecemos. La irritación que siente el padre Barra de Hierro frente a un hijo iconoclasta es tan común como la vergüenza que experimenta el padre Liahona cuando descubre que su hija adolescente está encontrado, en las clases de seminario, respuestas adecuadas a preguntas que él mismo nunca ha logrado aceptar.

Y la situación se complica por el hecho de que a veces los miembros cambian de tipo, frecuentemente en respuesta a experiencias personales muy inquietantes. Es más bien raro, me parece, que un miembro Liahona, ya sea como acto de desesperación o de arrepentimiento, de un "salto de fe" y se redefina como miembro Barra de Hierro, pero me parece que es típico que un investigador de temperamento Liahona se convierta en un miembro Barra de Hierro. Todos hemos conocido miembros Barra de Hierro que, en respuesta a una tragedia personal o una conmoción intelectual, se han convertido en miembros Liahona; a veces, aunque no siempre, tal transición puede ser una etapa en el trayecto hacia la inactividad y aún hacia la apostasía.

Mi opinión actual es que la manera en que nos identificamos como mormones Barra de Hierro o como mormones Liahona es sobre todo una cuestión de temperamentos y de circunstancias accidentales--no una cuestión de logros premortales o de elecciones hechas en esta vida mortal. Esta opinión, sin embrago, como muchas otras de este ensayo, es mía solamente y no tienen fundamento ni en la escrituras ni en la ciencia.

Me he referido a la meta común que todos tenemos de alcanzar la "unidad de la fe," y me gustaría subrayar que a los mormones Barra de Hierro y a los mormones Liahona les cuesta mucho entenderse mutuamente. Los dos grupos aceptan intelectualmente el derecho a coexistir pacíficamente, pero no se entienden al nivel de empatía o de comunión personal. Para el mormón Barra de Hierro, una actitud de cuestionamiento sugiere una fe imperfecta; para el mormón Liahona, un espíritu que no cuestiona nada revela una mente cerrada. Ni la asociación frecuente ni el hecho de haber pertenecido previamente al otro grupo es garantía de empatía. Y los que se cambian de grupo suelen ser los que menos empatía sienten por los miembros del grupo al que ellos mismos solían pertenecer.

Les he propuesto que la diferencia esencial entre los mormones Liahona y los mormones Barra de Hierro es la manera en que entienden el concepto de "la palabra de Dios". Permítanme explayarme un poco más en esta cuestión.

El mormón Barra de Hierro cree que, en cualquier pregunta que se formule, es posible obtener una respuesta que representa la intención y la voluntad del Señor. Hay tres fuente para obtener dichas respuestas: las escrituras, la autoridad profética, y el Espíritu Santo.

En los libros canónicos, el miembro Barra de Hierro encuentra más respuestas que el miembro Liahona, porque las acepta como la palabra e Dios en un sentido más literal. En las escrituras, el miembro Barra de Hierro encuentra respuestas a preguntas tan diversas como cuándo se creó la tierra, por qué es justa la pena de muerte, qué es una dieta saludable, cuál es la función correcta del gobierno, la naturaleza y la función de la sexualidad, y la naturaleza e identidad del ser humano. El mormón Liahona ve todo esto como una interpretación arbitraria y forzada de las escrituras, pero para el miembro Barra de Hierro, el significado está claro.

Los mormones Barra de Hierro encuentran muchas respuestas en las declaraciones de las autoridades generales, vivientes y del pasado, porque aceptan y aplican de manera integral el pasaje de Doctrina y Convenios según el cual "lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para la salvación" (68:4). Esta confiabilidad en las escrituras se extiende a cada faceta de la vida. Los "oráculos vivientes" son respuesta adecuada y suficiente a cuestiones de planificación familiar, relaciones laborales y sociales, el significado de la Constitución, el futuro de las Naciones Unidas, las leyes de salud y las señales de la Segunda Venida. Si los mormones Barra de Hierro no encuentran dichas respuestas en las publicaciones, las buscan en cartas y en entrevistas y, una vez que las reciben, las aceptan como definitivas.

La tercera fuente del miembro Barra de Hierro es el Espíritu Santo. Así como José Smith encontró respuestas en el consejo de Santiago, "Si algunos de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios", cualquier Santo de los Últimos Días puede tener una experiencia similar. Ya sea en la elección de una vocación o de un cónyuge, en la ayuda necesaria para aprobar un examen o para encontrar a un "contacto de oro" en el campo misional, curar al enfermo o evitar un divorcio, la oración es siempre la respuesta. Aunque tal vez no sea lo que uno esperaba, la respuesta vendrá y será una manifestación del Espíritu Santo.

Esta actitud implica que los mormones Barra de Hierro creen que nuestro Padre Celestial está íntimamente involucrado en la rutina diaria de sus hijos. Así como ni un gorrión cae sin que el Padre lo note, nada en el mundo ocurre sin ser la voluntad divina. Dios tiene la respuesta a todas las preguntas y la solución a todos los problemas, y lo único que nos impide acceder a dichas soluciones es nuestra propia testarudez. Los que abren la mente y el corazón a los canales de revelación antiguas y modernas obtienen la Barra de Hierro que los conduce infaliblemente al reino.

Los mormones Liahona no tienen ese tipo de fe. No rechazan los conceptos sobre los cuales dicha fe se basa: que Dios vive, que ama a sus hijos, que su conocimiento y poder salvan, y que Dios revela su voluntad tal como lo declara el noveno Artículo de Fe. No se reservan el derecho de obedecer selectivamente la voluntad de Dios según la entiendan. Lo que caracteriza a los mormones Liahona es que cuestionan la idoneidad de la fuentes sobre las cuales el mormón Barra de Hierro basa su testimonio.

El problema radica en percibir lo que ocurre con la voluntad de Dios cuando la misma está mediada, como lo está para casi todos los mortales, por "el brazo de la carne". El miembro Liahona está convencido, por la lógica y por la experiencia, de que ningún instrumento humano, ni siquiera un profeta, puede trasmitir la palabra de Dios con la claridad y el alcance que le permitirían a los hombres comprenderla universalmente y asimilarla con facilidad.

El mormón Liahona es incapaz de aceptar la inspiración literal de los libros canónicos; por lo tanto, el mormón Liahona cuestiona que hallemos respuestas automáticas en las escrituras. Si no es cierto que Eva fue creada de la costilla de Adán, ¿cuánto de la Biblia debe ser considerado como verdad histórica? Y si la geología y la antropología han descalificado la cronología del Obispo Ussher, según la cual la creación ocurrió en el año 4000 antes de Cristo, ¿cuánto de la Biblia debe tomarse como verdad científica? Y si las escrituras del mormonismo han sido alteradas de manera significativa desde la publicación original, ¿cómo podemos asumir que ahora son una autoridad infalible? Para el mormón Liahona, las escrituras son fuente de inspiración y de verdad moral, pero dejan muchas preguntas específicas sin contestar, o las contestan sin certeza.

En cuanto a la autoridad de los profetas modernos, el mormón Liahona encuentra consenso en los que atañe a los principios básicos del evangelio, pero gran diversidad en muchos temas importantes. El registro escrito demuestra que hay errores, tales como en las declaraciones de Brigham Young en cuanto a la continuación de la esclavitud; el registro también revela que el consejo ha cambiado, tal como en lo que atañe al recogimiento de Sión. Hay diferencias de opiniones, tales como Heber J. Grant y Reed Smoot en cuanto a la Liga de Naciones, y David O. McKay y Joseph Fielding Smith en sus opiniones sobre el proceso de la creación de la tierra. Para los mormones Liahona, los "oráculos vivientes" son testigos especiales del evangelio de Cristo y agentes de Dios para gobernar la iglesia, pero como las escrituras, hay muchas preguntas que quedan sin contestar, o que quedan contestadas sin certeza.

Según los mormones Barra de Hierro, el Espíritu Santo completará lo que los profetas no nos proporcionen. Para el mormón Liahona, en cambio, endilgarle esta función al Espíritu Santo es problemático, tanto en su base filosófica como en la que proviene de la experiencia. La evidencia hace que los mormones Liahona se sientan perplejos por la idea de que la oración es un vehículo infalible, casi contractual, ente Dios y los seres humanos mediante el Espíritu Santo. En lo que a la confirmación de la verdad atañe, está demostrado que el testimonio del Espíritu nunca ha producido uniformidad de interpretación, ni siquiera entre los mormones Barra de Hierro; además, es el testimonio del mismo Espíritu, el "ardor en el pecho," que muchos apóstatas invocan cuando declaran que toda la iglesia ha caído en el error. El Espíritu Santo es un método más bien imprevisible de influir los eventos humanos, y algunos de los milagros a él atribuidos casi parecen caprichosos. La oración de fe que permite que un hombre encuentra sus anteojos hace que otro pierda la vista.

Esto hace que los mormones Liahona tengan una conexión más bien tenue con el Espíritu Santo. El mormón Liahona sabe que su conocimiento es imperfecto, pero se consuela en el Artículo de Fe según el cual Dios "aún revelará muchos grandes e importantes asuntos…" El mormón Liahona tiene convicción en el amor de Dios, pero sabe por experiencia que la fe nunca da resultados terrenales certeros. Estas dos realidades se reconcilian poniendo énfasis en el cometido divino al principio del libro albedrío. Para el mormón Liahona, la intervención de Dios en la rutina de la vida debe ser menos efectiva e íntima que lo que una mormón Barra de Hierro le atribuiría; hay demasiados problemas sin solución y demasiadas oraciones que quedan sin responder.

¿Será que el miembro Barra de Hierro no tiene conciencia de estas consideraciones que juegan un papel tan importante para el mormón Liahona a la hora de definir su relación con la palabra de Dios? Según mi opinión, en algunos casos la respuesta es afirmativa. Nuestra iglesia gira alrededor de actividades, y es posible participar profunda y satisfactoriamente sin nunca reflexionar con seriedad sobre las consecuencias filosóficas de algunas de los conceptos del evangelio que se nos enseñan.

En muchas cosas, sin embrago, el mormón Barra de Hierro ha encontrado suficiente respuestas a las preguntas Liahona. La uniformidad básica que ve en las escrituras y en las enseñanzas de los profetas modernos es suficiente para convencerlo de que los errores y las incongruencias aparentes se pueden resolver mediante mecanismos de interpretación. El mormón Barra de Hierro ve tanta evidencia de la inmanencia de Dios en los asuntos humanos que las aparentes injusticia y maldades del mundo, aunque parezcan no tener fin alguno, se explican declarando que "los caminos de Dios no son nuestros caminos". Es probable que el mormón Barra de Hierro se queje de que el mormón Liahona, en su excesiva preocupación por ciertos problemas, ve sólo los árboles del evangelio, pero ha perdido la perspectiva del bosque, y aún es posible que el mormón Barra de Hierro explique esa preocupación excesiva diciendo que, a los mormones Liahona, les falta fe.

Yo soy un mormón Liahona. Es mi deber defenderme si se me acusa de falta de fe, pero no puedo negar que hay temas que me preocupan.

Ambas clases de mormones, Liahona y Barra de Hierro, tienen problemas. No sólo los problemas inherentes a nuestra condición humana, sino problemas adicionales que resultan de tener un compromiso tan diferente con la iglesia.

El mormón Barra de Hierro tiende a desarrollar respuestas en situaciones en que tal vez ninguna respuesta ha sido revelada. Tal vez encuentre sus razones para oponerse a programas de bienestar social en el Libro de Mormón; aunque "el día y la hora [de la Segunda Venida] ningún hombre los sabe," el mormón Barra de Hierro es capaz de desarrollar calendarios basados en esotéricas profecías. Su dogmatismo puede ofender a otros miembros de la iglesia e interferir en la manera de comunicarse con otros miembros de la familia; su confianza en sus propias conclusiones puede hacerlo impaciente hacia los que públicamente sostiene. Es posible que, confrontado con nuevas revelaciones, confíe demasiado en respuestas tradicionales; es posible que la innovación lo conmocione al grado de llevarlo a formar nuevas sectas fundamentalistas. El concepto de la Barra de Hierro hace que muchos se mantengan firmes en la iglesia, pero también hace que algunos se alejen.

El mormón Liahona, en cambio, enfrenta la tentación de extender el ámbito de lo cuestionable al punto de incluir las doctrinas y las normas que la iglesia ha definido con más claridad. Sus principios lo hacen resistir estadísticas, y tal resistencia pueden llevarlo a criticar los programas y los líderes. Sus vínculos con la iglesia pueden volverse nebulosos al punto de no poder expresarlos claramente a sus hijos. Su testimonio puede volverse selectivos al punto de excluirlo de algunas formas de actividad o de hacerlo sentirse un hipócrita si participa. Su persistencia en dudar siempre puede alienar a sus hermanos y, a la postre, destruir su compromiso con el evangelio. Si esto ocurre, él también se aleja de la iglesia-no con aspaviento, pero sí en un proceso doloroso.

Ambos tipos de mormones sirven en la iglesia. Hablan de forma diferente y aparente también piensan y sienten el evangelio de forma diferente, pero si evitan los extremos que acabo de mencionar, comparten el mismo amor y el mismo cometido en la iglesia. Por lo tanto no se los pide distinguir basándose en cuánto asisten a las reuniones o participan de proyectos de bienestar, o con cuánto dinero contribuyen a la iglesia, o con cuánta fidelidad cumplen con sus llamamientos. Tal vez cumplan un 100 por ciento o tal vez no lo hagan, pero la observación me indica que no existe una correlación entre el grado de actividad y el tipo de mormón. (Tal vez los mormones Barra de Hierro tiendan a ser un poco más dedicados en la obra genealógica, pero no lo digo con certeza).

Ambos tipos de miembros se encuentran a todos los niveles de responsabilidad: en obispados y en presidencias de la Sociedad de Socorro, en presidencias de estaca y en sumos consejos, e incluso entre las autoridades generales. Pero sea cual fuere su orientación privada, el comportamiento público de las autoridades generales pareciera basarse en la idea de transigir--lo que me parece natural dadas sus circunstancias. Las autoridades generales satisfacen a los mormones Barra de Hierro destacando un sólido núcleo de verdad revelada y desalentado la especulación en temas de fe y de moral; le dan consuelo a los mormones Liahona resistiendo la presión de hacer declaraciones sobre todos los temas y recordándoles a los Santos que Dios todavía no ha revelado la respuesta a cada pregunta ni definido una respuesta a cada oración.

Como he indicado, los mormones Barra de Hierro y los mormones Liahona tienen algo de dificultad en entenderse mutuamente. Con falta de paciencia, sabiduría, experiencia, o compromiso a la institución y a las autoridades generales, a veces criticamos y juzgamos al otro grupo. Pero por lo general vivimos y dejamos vivir--cada grupo hallando en la iglesia lo que satisface sus necesidades, y todos compartiendo las bendiciones del evangelio que no dependen de qué tipo de testimonio poseemos.

Y esto me lleva a la segunda parte de mi ensayo, que explica el título del mismo: Lo que la iglesia significa para personas como yo.

Aunque he intentado describir a las dos clases de mormones con objetividad, es tan sólo de uno de los grupos que puedo hablar con convicción. Me gustaría describir lo que la iglesia le ofrece a miembros Liahona como yo y, mediante dicha descripción, espero hacernos reexaminar la naturaleza de nuestro compromiso y hacernos aumentar nuestra comprensión y nuestro amor por aquellos que poseen un testimonio diferente.

Yo soy un mormón de la clase que se interesa en hacer preguntas pero que recibe respuestas con escepticismo. En el evangelio, tal como yo lo entiendo, da respuesta a una cantidad suficiente de preguntas, lo que me permite funcionar con claridad de propósito y, según lo espero, con eficacia, aunque no tenga todas las respuestas por el momento.

La cuestión fundamental de esta generación, me parece, es la cuestión de significado. ¿Tiene significado la vida? Al nivel popular, al menos, la filosofía del existencialismo pregunta, y trata de contestar, cómo funcionar significativamente en un mundo que parece no tener significado. Si se pone dicha filosofía en un contexto religioso, se convierte en un esfuerzo por salvar algunos de los valores de la religión tradicional y así hallar apoyo en este mundo sin significado.

En la medida en que la existencia se ve como desprovista de significado, aún absurda, las experiencias humanas tienen solamente un significado inmediato. Una experiencia con drogas psicodélicas se halla al mismo nivel que una visita a la Capilla Sixtina o un concierto del Coro del Tabernáculo. No tenemos el derecho de inmiscuirnos en lo que un individuo hace en su vida privada, o en compañía de otros adultos, ni siquiera si sus acciones involucran marihuana, perversión, o "hacer el amor y no la guerra."

Para mí, el evangelio proporciona una respuesta a esta cuestión del significado, y es una respuesta muy desafiante. Se basa en tres principios revelados: (1) El ser humano es eterno. (2) El ser humano es libre. (3) La obra y la gloria de Dios consiste en exaltar a este libre árbitro que es el ser humano.

El concepto central es la libertad. Mi creencia en la doctrina del libre albedrío me da una manera de resolver algunos de los acertijos y tragedias que se utilizan para ilustrar la filosofía del absurdo. En la naturaleza de la libertad humana, tal como yo la entiendo, se halla la reconciliación entre el concepto de un Dios amoroso y las realidades de un mundo frío y cruel.

El evangelio restaurado enseña que la sustancia esencial del ser humano es eterna, que somos hijos de Dios, y que nuestro destino es del de volvernos como nuestro Padre. Pero este destino solamente puede alcanzarse si voluntariamente ganamos el conocimiento, la experiencia, y la disciplina que la deidad requiriere y representa. Este era el quid de la cuestión que se resolvió en el concilio de los cielos: si sería apropiado que viniéramos a un ambiente de riesgo genuino donde caminaríamos por fe.

Para mí, este prerrequisito para la exaltación explica por qué Dios parece estar tan distanciado de muchos aspectos de las decisiones humanas--mis decisiones humanas. Se me dan enromes libertades, y Dios interfiere mínimamente con esa libertad para que yo pueda crecer. Si la mano de Dios estuviera siempre sobre mi hombro, o si su Barra de Hierro estuviese siempre a mi alcance, se restringiría mi libertad de actuar, y también de crecer.

Esto no excluye las intervenciones milagrosas de nuestro Padre Celestial, pero evita que tales manifestaciones se conviertan en algo común. Lo que los mormones Barra de Hierro consideran milagroso, mi tipo tiende a interpretarlo como coincidencia, o como una manifestación psicosomática, o como un hecho que se recuerda o que se transmite erróneamente. Las mismas actitudes son aún más frecuentes en lo que respecta al papel de Satanás en los asuntos humanos. Para el mormón Liahona, el conflicto entre el bien y el mal, y sus resultados felices e infelices, son sobre todo el resultado de la naturaleza y el entorno humano--no de poderes sobrehumanos que compiten por conquistar a los hombres. Si Dios no puede, en un sentido final, forzar a las inteligencias eternas encarnadas en sus hijos a actuar de una manera determinada, mucho menos podrá Lucifer hacer lo mismo. Podemos ceder a los susurros del bien o del mal, pero no somos marionetas.

Hay otro aspecto de esta cuestión. Si cualquier hombre, devoto o irreligioso, se libra arbitrariamente de las consecuencias de su propia falibilidad y de las consecuencias naturales de los riegos del mundo en que vive, entonces la libertad pierde su significado y Dios es un ser caprichoso. Hay una ley que hace que el fuego queme, que las balas maten, que el paso de los años deteriore, y que la lluvia caiga sobre justos e injustos. Si dicha ley se suspende esporádicamente debido a la petición de los fieles, ¿qué ocurre entonces con la confiable conexión que debe existir entre causa y consecuencia, y que es condición para alcanzar conocimiento? Y qué riesgo para la fe reside en la idea de que Dios puedequebrantar la cadena de causa y efecto, que de hecho la quebranta con frecuencia, pero que en mi caso individual tal vez Dios elija no hacerlo. Este es el dilema de la teodicea, de reconciliar la omnipotencia de Dios con el mal y el sufrimiento del mundo, y que queda dramáticamente expresada en la frase que dice, "Si Dios es bueno, entonces no es Dios; si Dios es Dios, entonces no es bueno".

De lo dicho más arriba queda claro que los mormones Liahona como yo no consideramos la oración una forma de mecánica espiritual--no obstante declaraciones de las escrituras que dicen cosas tales como "Probadme ahora en esto…", y "Yo, el Señor, estoy obligado…" . Los mormones Liahona rara vez oramos en busca de milagros o de respuestas nuevas. Para nosotros la operación es, o debería ser, un ejercicio intensamente personal que realizamos a la hora de analizar y evaluar los factores que forman parte de un problema, y un acto de buscar a Dios mientras consideramos las posibles soluciones. (Muchos de nuestros problemas, dicho sea de paso, se resolverían por sí solos si consideráramos solamente las opciones que honestamente podrían contar con aprobación divina.) Es posible que oremos por un milagro, especialmente en épocas de profunda frustración o tragedia personal, pero para nosotros es presuntuoso mandar a Dios, y no creemos en suspender toda acción futura hasta que dicha petición se escuchada.

Pero esto no significa que los mormones Liahona no seamos capaces de verbalizar oraciones con la misma facilidad que los mormones Barra de Hierro. Uno no puede participar de la iglesia significativamente sin dominar las formas convencionales de oración y aprender a modelar la oración según la importancia de la ocasión. Pero yo creo que aún en las oraciones públicas, el oído atento puede detectar las diferencias que he tratado de describir. Las oraciones de un mormón Liahona pueden pedir que nos opongamos al mal lo mejor que podamos, que aguantemos la adversidad que sea necesario aguantar, y que cumplamos nuestro deber correctamente. Son oraciones que peticionan las bendiciones de Dios, pero que requieren respuestas humanas.

Para el mormón Liahona, Dios tiene el poder de salvar. Dios está dedicado a mantener abierto el camino a la salvación humana y hacer, mediante el ejemplo y sacrifico de su hijo, y mediante las ordenanzas y enseñazas de su iglesia, lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. Pero fuera de esto, Dios deja las cosas en nuestras en manos, pues somos libre árbitros, dioses en embrión, y debemos aprender no sólo por indicación, sino además por experiencia cómo ser como Dios.

En esta circunstancia, la Iglesia de Jesucristo lleva a cabo tres funciones especiales para mí. Sin ellas, mi libertad sería algo insoportable.

En primer lugar, la iglesia me recuerda, casi incesantemente, de la importancia de mis acciones. Esto es algo que atañe a mi prójimo, porque la mayoría de las cosas que yo hago o dejo de hacer afectan el progreso de mi prójimo hacia la salvación. Y me atañen a mí aún cuando no tenga efecto visible sobre los demás. Yo rechazo la filosofía "hippie" no porque las sandalias o las barbas tengan nada de malo, pero sí son algo malo si van acompañadas de actos de separación y si carecen de propósito. Aunque la vida sea eterna, yo tengo poco tiempo y no me queda ni un minuto que perder.

En segundo lugar, la iglesia sugiere, y a veces prescribe normas para usar la libertad. Algunos ejemplos son las normas de conducta de los Diez Mandamientos y del Sermón de la Montaña, las reglas de bienestar mental y físico de Doctrina y Convenios, y los recordatorios y desafíos de la ceremonia del templo. Todos estos armonizan con el libre albedrío porque, aunque se nos indica que los cumplamos, no se nos obliga a hacerlo.

Yo creo que hay una diferencia entre la manera en que los mormones Barra de Hierro y los mormones Liahona entienden estas normas. Los mormones Barra de Hierro se orientan hacia las respuestas; para ellos, observar el día de reposo significa no ver televisión ni mirar películas, o mira televisión pero no ver películas, o mirar solamente programas edificantes, o no estudiar, o estudiar solamente para clases de religión. Para los mormones Liahona como yo, el mandamiento del día de reposo nos recuerda que existe un vínculo familiar entre los hombres libres y un Padre amoroso que se preocupa por nosotros. La cuestión no es qué es convencional, sino qué es apropiado. En las tardes de otoño yo soy capaz, con una conciencia limpia, de ir a pasear a las montañas en vez de asistir a una charla fogonera. Y sin embargo, me siento profundamente agradecido de que tengamos normas.

Finalmente, la iglesia me da algo con lo que puedo vincularme, ser parte, pertenecer.

La psicología contemporánea tiene mucho que decir acerca de lo terrible que es sentirse alienado. Un experto describe el fenómeno como "la Multitud Solitaria". Los ex-mormones sienten la alienación con frecuencia; un buen amigo mío, que ha abandonado la iglesia, me expresó tal alienación recientemente diciendo, "en ningún lugar siento que pertenezco."

Para el mormón activo, es imposible sentir tal alienación. La iglesia es una asociación de espíritus similares, una sub-cultura, una "familia"; éste es el lazo que une a los mormones Barra de Hierro y a los Liahona en la medida en que comparten un testimonio de José Smith. La solidaridad entre familias mormonas es casi tan importante como la mismísima doctrina del matrimonio celestia; convierte en hermanos y hermanas al converso y a las Hijas de los Pioneros de Utah, al presidente de una rama en Hong Kong y al misionero de Cedar City. Une a esta congregación de genealogistas dedicados y de otros que se andan con dilaciones, de patriarcas chapados a la antigua y de familias que practican la planificación familiar, de "sesudos" y de los que dudan de "la sabiduría de los hombres".

Es este sentido de que pertenezco a este lugar que me hace sentirme a gusto en mi Barrio de Palo Alto, California. Juntos los mormones Liahona y los Barra de Hierro somos producto de una gran experiencia histórica, laboramos en una gran empresa, y compartimos la misma dedicación al principio de que la vida es importante porque Dios es real y nosotros somos su hijos, libre árbitros facultados para convertirnos en herederos de su reino.

Tal es el testimonio del Espíritu a este mormón Liahona. Cuando un misionero vuelve del campo y, en su discurso de bienvenida, relata alguna experiencia de conversión extraordinaria, yo tal vez note que su análisis es ingenuo o equivocado, pero igual me emociono por la descripción de cómo el evangelio trasforma vidas y les da significado. Cuando los maestros orientadores llaman, a veces estoy consciente de que estamos "representando un papel"; y sin embargo, en momentos de profunda preocupación o de gran satisfacción, me pegunto qué habría sido de mis hijas sin la iglesia. Cuando algún buen amigo fallece, víctima de algún accidente, no me consuelo con la idea de que Dios lo necesitaba más que su familia, pero mi lamento halla sosiego cuando reconozco el enorme significado que el apoyo temporal de los Santos y las promesas eternas del Señor tienen para aquellos que están de luto.

Por este testimonio, por la iglesia que lo inspira y lo nutre, por la hermandad de mormones Barra de Hierro y Liahona que lo comparten, expreso mi agradecimiento a mi Padre Celestial en el nombre de su hijo, Jesucristo. Amén.




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La libertad de pensamiento (fragmentos) Hugh B. Brown.

1/30/2014

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Fragmentos de un discurso pronunciado el 13 de mayo de 1969 por Hugh B. Brown, miembro de la Primera Presidencia de la Iglesia, ante el alumnado de la Universidad de Brigham Young.




Una de las cosas más importantes en el mundo es la libertad de pensar; de ésta provienen todas las demás libertades. Tal libertad es forzosamente peligrosa, porque no es posible razonar correctamente sin correr el riesgo de razonar equivocadamente; pero por lo general, más oportunidades de razonar son el mejor antídoto contra los males que resultan de razonar equivocadamente. Hay que fomentar y aprovechar más oportunidades de razonar. Os exhortamos a que, como alumnos, ejerzáis vuestro derecho divino de estudiar cada concepto que se os enseñe y que no tengáis miedo de expresar vuestras opiniones, mostrando siempre debido respeto por aquellos con quienes habláis y reconociendo siempre vuestras propias limitaciones.



Vosotros sois jóvenes y vivís en una época en que gran parte del mundo reprime la libertad de pensamiento. Nosotros debemos preservarla en la Iglesia y en este país, resistiendo todos los esfuerzos que se hacen por reprimirla, porque si se la reprime, podemos perder las libertades garantizadas en la Constitución (…).

Perseverad, pues, en la libertad de pensamiento, tanto en vuestra educación secular como religiosa; no tengáis temor de expresar vuestros pensamientos y de insistir en el derecho individual de examinar cada idea. No nos importa mucho si vuestras ideas son ortodoxas o heterodoxas, pero sí nos importa que penséis. Es posible memorizar mucho sin aprender nada. En esta edad de la velocidad parece haber poco tiempo para meditar.

Hemos sido bendecidos con mucho conocimiento por revelación de Dios--revelación que, en cierta medida, al mundo le falta. Pero hay una medida de verdad infinitamente mayor que todavía nos queda por descubrir. La verdad revelada que poseemos debería pasmarnos y hacernos entender lo poco que en realidad sabemos. Nunca debería conducir a la arrogancia emocional basada en la falsa suposición de que tenemos todas las respuestas y el monopolio de la verdad, porque no lo tenemos.

No importa si estudiáis economía, o ciencias políticas, o historia, o psicología; continuad buscando la verdad. Y mantened humildad suficiente para poder revisar vuestras hipótesis a medida que recibáis verdades nuevas por el espíritu o el intelecto. La salvación, así como la educación, es un proceso continuo.

La salvación no se alcanza con el mero hecho de declarar lealtad; no se puede comprar como los artículos de una tienda o de un supermercado. Debería ser obvio para todos que es una búsqueda eterna. La educación atañe la salvación; sólo la obtenemos cuando desarrollamos nuestro potencial. En gran medida, es una cuestión de tomar conciencia, de alargar el paso y elevar la mira; es una cuestión de aspiraciones y de transformaciones; de extender los horizontes, buscar respuestas, y buscar a Dios. En conclusión, no se trata de una mera conformidad a ritos, de subir escaleras sagradas, de bañarse en estanques sagrados, ni de hacer peregrinajes a antiguos santuarios. La profundidad, la altura y la calidad de nuestra vida dependen del proceso de tomar conciencia, y tomar conciencia es el proceso de salvarse de la ignorancia. El hombre no puede salvarse en la ignorancia.



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De líderes a gerentes, el cambio fatal. -- Hugh Nibley

1/29/2014

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Este discurso fue dado en la Universidad Brigham Young (BYU), en la ceremonia de inicio, el día 19 de Agosto de 1983, después que Nibley recibiera un doctorado honorario en Letras. Se publicó con el título "De Líderes a Gerentes: el cambio fatal"

Hace hoy veintitrés años, en esta misma ocasión, yo ofrecí la oración de apertura en la cual dije: "Nos hemos reunido hoy aquí, vestidos con las togas negras de un falso sacerdocio . . ." Muchos me han preguntado desde aquella vez, si yo realmente dije algo tan chocante, pero nadie jamás me ha preguntado lo que yo quise decir con eso. ¿Por qué no?. Bueno, algunos ya conocen la respuesta; y en cuanto al resto, nosotros no cuestionamos cosas en "la BYU." Pero para mi propio alivio, aprovecho esta oportunidad para explicarlo.

¿Por qué un sacerdocio?. Porque estas togas originalmente distinguían a aquellos que formaban parte del clero; y un colegio o claustro era un "misterio", con todos los ritos, secretos, juramentos, grados, pruebas, festejos y solemnidades que iban con la iniciación a un conocimiento superior.

Pero ¿por qué falso? Porque es un adorno prestado, que desciende hasta nosotros a través de una larga línea de imitadores desautorizados. No fue sino hasta 1893 que "una comisión intercolegial fue formada . . . para delinear un código uniforme para las togas y los birretes" en los Estados Unidos.

Antes de eso no había ninguna reglamentación. Uno podía diseñar su propia indumentaria; y esa libertad proviene desde los tiempos más remotos que se conocen de estos accesorios. Los últimos emperadores romanos, como aprendemos del infalible DuCange, marcaron cada paso en el declive de su poder y gloria, añadiendo algún nuevo ornamento a las resplandecientes vestimentas que proclamaban su sagrado oficio y dominio. En las divisiones que les subsiguieron, los reyes de las tribus que heredaron las tierras, y las pretensiones del imperio, compitieron entre sí imitando a los maestros romanos, decididos a superar aún a éstos en la variedad y riqueza teatral de sus togas y birretes.

Uno de las cuatro coronas usadas por el Emperador era el birrete. Los reyes franceses lo tuvieron desde Carlomagno, el modelo y fundador de sus líneas reales. Citando a DuCange:

"Cuando los reyes franceses abandonaron el palacio en París para erigir un Templo de Justicia, al mismo tiempo confirieron sus ornamentos reales sobre aquellos que presidirían allí, a fin de que los juicios que vinieran de sus bocas tuvieran mas peso y autoridad sobre el pueblo, como si provinieran de la boca misma del Príncipe". [Esta es la idea de las ropas del profeta descendiendo sobre su sucesor.] De esto provienen los birretes y las túnicas de escarlata y armiño de los Cancilleres de Francia y los Presidentes del Parlamento. Sus togas o epitogia [las túnicas sueltas que se llevan encima de la ropa, que producen el conocido efecto invernadero] se hacen aún a la antigua usanza. . . . Se da el nombre de "birrete" a la diadema, por su forma semejante al mortero usado para mezclar la argamasa, siendo más grande en la parte superior que en la base.

¿Pero de dónde lo obtuvieron los emperadores romanos?. El birrete fue llamado Justinianeion debido a su uso por el Emperador Justiniano, quien lo introdujo del Oriente. Las vestimentas y los protocolos de su corte provenían de los monarcas de Asia, en particular del Gran Shah, quien los tenía de los khans de las estepas y de los emperadores mongoles. Estos usaban el botón dorado de toda sabiduría sobre el birrete, tal como lo llevo yo hoy día. Los chamanes del Norte también lo tuvieron, y entre los lapones aún se le llama "el Gorro de los Cuatro Vientos". El sombrero de cuatro esquinas, coronado por una borla dorada – la Llama emergente de la Ilustración Plena - también figura en algunas representaciones budistas y lamaístas. Pero ustedes ya captan la idea: ¡esta indumentaria auspiciosa es una medicina muy fuerte -"magia rústica" de hecho!

Se describe otro tipo de túnica y sombrero en Exodo y Levítico y en el tercer libro de las Antigüedades de Josephus, p. ej., la túnica blanca y la gorra de lino del sacerdocio hebreo, que guardan estrecho parecido con algunas vestimentas egipcias.4 Sin embargo, estas fueron abandonadas enteramente al cesar el templo y nunca más fueron siquiera imitadas por los judíos. Su diseño peculiar y su blanco básico, especialmente como se revela en los últimos estudios en Israel, se asemejan mucho a nuestras propias investiduras del templo. Éste no es el tiempo ni el lugar para tratar un tema sobre el cual el hermano Packer recomienda sabiamente una reserva juiciosa. Lo menciono sólo para preguntarme: "¿Qué pasaría si yo apareciera para una sesión de investidura en el templo vestido con la indumentaria que tengo en este momento?" Habría una incongruencia en esto, sería quizás cómico. Pero ¿por qué tendría que serlo? La idea original detrás de ambos atuendos es la misma - proveer una vestimenta mas apropiada para otro ambiente, actividad y estado de ánimo que la usada en el almacén, la oficina o la granja. Doctrina y Convenios 109 describe la función y propósito del templo en forma similar a las de la universidad: Una casa donde todos buscan conocimiento por el estudio y la fe, por una búsqueda discriminada entre los mejores libros (no se da una lista oficial –tú debes buscarla), y por discusión constante –enseñándose diligentemente "uno a otro palabras de sabiduría"; buscando cada quien mayor luz y conocimiento a medida que todas las cosas "se juntan en una" – o sea universidad (DyC 109:7, 14; 42:36).

Ambas vestiduras, la negra y la blanca, proclaman un interés primario por las cosas de la mente y del espíritu, vidas sobrias y concentración de propósito alejados de las rutinas autómatas, mecánicas de nuestro mundo diario. La túnica y la gorra anuncian que el portador ha aceptado ciertas normas de vida y ha sido probado en campos especiales del conocimiento.

¿Qué hay de malo entonces en las túnicas?. Sencillamente son algo teatrales e incitan al portador, engañado por su esplendor, a poses fingidas. En el tiempo de Sócrates, los Sofistas convirtieron en algo muy importante su manera especial de vestir y comportarse.5 Todo era por show, desde luego, pero era una impetuosa "vestimenta para el éxito", ya que el mero propósito de la rama retórica de educación que habían inaugurado y que vendían a altos precios a jóvenes ambiciosos, era convertir al estudiante en un abogado exitoso ante las cortes, una figura líder en las asambleas públicas o un hábil promotor de audaces iniciativas comerciales, gracias al dominio de las técnicas de persuasión y venta, irresistibles para la época y que los Sofistas tenían para ofrecer.

Esta fue la educación clásica que abrazó el Cristianismo a instancias del gran San Agustín. El había aprendido por duras experiencias que no se puede confiar en la revelación, porque no se la puede controlar – el Espíritu sopla donde quiere (Juan 3:8); y lo que la iglesia necesitaba era algo más accesible y confiable que eso, algo commodior et multitudini tutior ("más práctico y más fiable para el público") que la revelación o aún la razón, y esto era exactamente lo que la educación retórica les ofrecía.

A comienzos de este siglo los eruditos debatían con afán sobre el momento de la transición del "Geist" al "Amt", del espíritu al cargo, de la inspiración a la ceremonia, en el liderazgo de la antigua iglesia; cuando el líder inspirado, Pedro, fue reemplazado por el típico obispo de ciudad, un oficial nombrado y electo --ambicioso, envidioso, calculador, buscador del poder, autoritario, un hábil político y un maestro de las relaciones públicas. Tenemos una inmensa literatura sobre esto en la Patrologia. Ésta fue la retórica aprendida por San Agustín. Al mismo tiempo, los dones carismáticos (los dones del Espíritu), en los que no se debía confiar, fueron reemplazados por ritos y ceremonias que podían ser cronometradas y controladas; todo esto siguiendo el modelo Romano Imperial, como lo demostró Alföldi, incluyendo las togas y los birretes.

Y a través de los siglos las togas nunca fallaron en su función de mantener al público a una distancia respetable, de inspirar una decente reverencia por las profesiones y de impartir un aire de solemnidad y misterio que ha sido tan bueno como dinero en el banco. Las cuatro facultades de teología, filosofía, medicina y derecho han sido los semilleros perennes, no sólo de conocimiento profesional, sino de la charlatanería y venalidad tan generosamente expuestas a la vista pública por Platón, Rabelais, Molière, Swift, Gibbon, A. E. Housman, H. L. Mencken, y otros. Lo que aconteció en el mundo grecorromano, así como en el cristianismo fue un cambio fatal de líderes a gerentes que señala el declive y caída de las civilizaciones.

En la actualidad, la gran y antigua dama de la Naval, la Capitán Grace Hopper (la oficial comisionada más antigua de la Marina), está llamando nuestra atención sobre las naturalezas contrastantes y antagónicas de la gerencia y el liderazgo. Jamás nadie, afirma ella, ha gerenciado a los hombres en la batalla. Ella quiere más énfasis en la enseñanza del liderazgo. Pero el liderazgo no se puede enseñar, como tampoco se puede enseñar la creatividad o cómo ser un genio. El alto mando alemán intentó desesperadamente durante cien años entrenar a una generación de líderes para el ejército; pero no se logró nunca, porque los hombres que agradaban a sus superiores, p. ej., los gerentes, eran ascendidos a las posiciones altas, mientras que los hombres que agradaban a los rangos inferiores, p. ej., los líderes, recibían los castigos.

Los líderes son movilizadores y agitadores, originales, inventivos, impredecibles, imaginativos, llenos de sorpresas que desconciertan al enemigo en la guerra y a la oficina principal en la paz. Mientras que los gerentes son seguros, conservadores, predecibles; que conforman hombres para las organizaciones, jugadores del equipo, dedicados a la clase dirigente.

El líder, por ejemplo, siente pasión por la igualdad. Pensamos en grandes generales, desde David y Alejandro hacia abajo, compartiendo sus arvejas o maza con sus hombres, llamándolos por su primer nombre, marchando junto a ellos en el calor, durmiendo en el piso y asaltando las murallas de primero. Una famosa oda escrita por un sufrido soldado griego, Archilochus, nos recuerda que los hombres en las filas no se dejan engañar ni por un instante, por el tipo ejecutivo que piensa que es un líder.

Por otra parte, al gerente le repugna la idea de igualdad y le es aún contraproducente. En un sistema donde imperan la promoción, los filtros, los privilegios y el poder, la reverencia y el respeto por el rango son el todo y constituyen la inspiración y motivación de todo buen hombre. ¿Dónde estaría la gerencia sin el procesamiento inflexible de papeles, las normas de vestido, la atención hacia el estatus social, político y religioso, la vigilancia cuidadosa de hábitos y actitudes, que gratifican a los accionistas y garantizan la seguridad?

"Si me amáis," dijo el más grande de todos los líderes, "guardaréis mis mandamientos". "Si vosotros sabéis lo que os conviene," dice el gerente, "guardaréis mis mandamientos y no causaréis problemas". Por esta razón el ascenso de la gerencia siempre marca finalmente el deterioro de la cultura. Si a la gerencia no le gusta Bach, muy bien, entonces no habrá Bach en la reunión. Si la gerencia favorece poesía barata, sentimental y vil que exalta las cualidades del éxito, la gente joven en todas partes andará alardeándose con meras frases publicitarias. Si el gusto artístico de la gerencia es lo que decide qué se vende, tendremos material trillado, insípido, presuntuoso. Si a la gerencia le gustan los comerciales melodramáticos y cursis, eso es lo que el público recibirá. Si la gerencia debe reflejar su imagen corporativa en edificios modernos de mal gusto, abajo irán los antiguos monumentos pioneros.

Parkinson añade a su Ley, la cual muestra cómo la gerencia engulle todas las cosas, otra que él llama la "Ley de la Inteligencia": El Gerente no promueve a individuos cuya competencia pueda amenazar su propia posición; y así a medida que el poder de la gerencia se extiende más y más, la calidad se deteriora (si esto es posible). En resumen, a la par que la gerencia elude la igualdad, se alimenta de la mediocridad.

Por otra parte el liderazgo es un escape de la mediocridad. Todo el gran depósito de arte, ciencia y literatura del pasado, sobre el cual han edificado todas las civilizaciones, proceden de un puñado de líderes. Esto se debe a que las cualidades de liderazgo son las mismas en todos los campos, siendo el líder aquel, que simplemente dé el ejemplo mas alto; y para hacer esto y abrir la vía a mayor luz y conocimiento, el líder debe romper esquemas. "Un barco en el puerto está seguro," dice la Capitán Hopper, hablando de la gerencia, "pero para eso no se construyen los barcos," dice ella, clamando por liderazgo.

Cito a uno de los mas grandes líderes, el fundador de esta institución, "Hay demasiado de lo mismo en esta comunidad. . . . Yo no soy un Santo de los Ultimos Días estereotipado y no creo en esta doctrina . . . ¡fuera los 'mormones' estereotipados!" Adiós a todos. Los líderes genuinos son inspiradores, porque ellos están inspirados; están consagrados a un propósito superior y están desprovistos de ambiciones personales. Son idealistas e incorruptibles.

Necesariamente hay algo de gerente en cada líder (¿qué mejor ejemplo que el mismo Brigham Young?), como debiera haber algo de líder en cada gerente. El Señor hablando en el templo a la gerencia del mismo, los escribas y fariseos, todos ataviados en sus vestimentas oficiales, los censuró por ser unilaterales: Llevaban minuciosos registros de las mas triviales sumas que entraban al templo; pero en sus tratos, ellos desdeñaban la justicia, la compasión y la buena fe, que son justamente las cualidades máximas del liderazgo.

El Señor insistió en que ambas actitudes mentales son necesarias, y esto es importante: "Esto era necesario hacer (hablando de la contabilidad), sin dejar de hacer aquello". Pero es el ciego guiando al ciego, él continúa, quien invierte las prioridades, quienes "[cuelan] el mosquito, y [tragan] el camello" (Mateo 23:23-24). Tan extensa es la discrepancia entre la gerencia y el liderazgo que solamente un hombre ciego las invertiría. Sin embargo, eso es lo que hacemos. En ese mismo capítulo de Mateo, el Señor le dice a estos mismos hombres, que ellos no toman realmente en serio el templo, mientras que sí toman muy en serio los contratos registrados en el templo (Mateo 23:16-18). Me contaron de una reunión de grandes hombres de negocio en un lugar distante, quienes eran también líderes de estacas, donde ellos trataron el problema de "Cómo permanecer despierto en el templo". Para ellos, lo que se hace en la casa del Señor es un mero requisito, hasta que ellos pueden volver al trabajo real del mundo.

La Historia abunda en dramáticas confrontaciones entre los dos tipos, pero ninguna es más emocionante, que la historia épica de la lucha entre Moroni y Amalickíah; uno, el mas carismático líder; el otro, el mas diestro gerente en el Libro de Mormón. Esto es oportuno y relevante?por eso es que lo traigo a colación. Se nos recuerda a menudo que Moroni "no se deleitaba en derramar sangre" y que haría cualquier cosa para evitarlo, exhortando repetidamente a su pueblo a hacer convenios de paz y a preservarlos por la fe y la oración. Se rehusaba a hablar sobre "el enemigo". Para él, ellos eran siempre "nuestros hermanos", engañados por las tradiciones de sus padres. Los enfrentó en batalla con gran reticencia, y nunca invadió sus tierras, aún cuando ellos amenazaban con invadirlos por su cuenta.

Nunca se sintió amenazado, ya que confiaba absolutamente en el Señor. A la menor señal de debilidad del enemigo en batalla, Moroni instantáneamente proponía un diálogo para poner fin a la lucha. La idea de una victoria total le era ajena--no había venganzas, ni castigos, ni represalias, ni reparaciones, aún cuando el agresor había devastado a su país. Después de la batalla enviaba al enemigo vencido a su casa, aceptando su palabra de buena conducta o lo invitaba a establecerse sobre tierras nefitas, aún cuando sabía que era peligroso. Aún sus compatriotas, que lucharon en su contra, sólo perdieron sus vidas mientras se le opusieron en el campo de batalla. No había escuadrones de fusilamiento, y los que habían sido conspiradores y traidores, solamente tenían que aceptar apoyar a su ejército popular, para ser restaurados a sus cargos. Junto con Alma, él insistió en que los que se rehusaban a luchar por razones de conciencia mantuvieran sus convenios y no fueran a la guerra, aún cuando él necesitaba desesperadamente su ayuda. Siempre preocupado por comportarse decentemente, él nunca se aprovecharía de lo que él llamaba una ventaja injusta sobre el enemigo. Desprovisto de ambiciones personales, al momento de finalizar la guerra, él "entregó el mando de sus ejércitos . . . y se retiró a su propia casa . . . en paz" (Alma 62:43), aún cuando en su calidad de héroe podría haber tenido algún cargo u honores. Su lema era "No busco poder" (Alma 60:36), y en cuanto a rango, él se consideraba solamente uno de los despreciados y desechados de Israel. Si todo esto suena demasiado idealista, permítanme recordarles que realmente ha habido estos hombres en la historia, aún cuando es difícil de imaginar hoy en día.

Por encima de todo, Moroni era el líder carismático, que iba personalmente a convocar a las personas, las cuales venían corriendo espontáneamente a adherirse a su estandarte de libertad, el pendón de los pobres y oprimidos de Israel (Alma 46:12, 19-21). El tenía poca paciencia con la gerencia. El se dejó llevar por sus sentimientos y escribió acaloradas cartas sin tacto a los grandes hombre sentados sobre sus "tronos en un estado de insensible estupor" en la capital (Alma 60:7). Y cuando fue necesario, saltó todo el sistema y "[alteró] el manejo de los asuntos entre los nefitas", para contrarrestar la habilidad gerencial de Amalickíah (Alma 49:11). Sin embargo se disculpó ampliamente cuando supo que estaba equivocado, que se había guiado por sus generosos impulsos hacia una exagerada pugna con la gerencia; y compartió gustosamente la victoria final con Pahorán, cosa que los generales ambiciosos se reservan celosamente para sí.

Pero si Moroni odiaba tanto a la guerra, ¿por qué era un general tan dedicado?. El no nos deja en dudas en cuanto a esto –él tomaba la espada sólo como último recurso. "No busco poder, sino que trato de abatirlo" (Alma 60:36). El estaba decidido a "[abatir el] orgullo y . . .[la] grandeza" (Alma 51:18) de aquellos grupos que estaban tratando de alterar el orden. Los " hermanos lamanitas", a los que él combatió, eran renuentes ayudantes de los Zoramitas y Amalekitas, sus propios compatriotas. Estos últimos "se volvieron orgullosos . . . por motivo de sus enormes riquezas" y buscaron tomar el poder para su beneficio (Alma 45:24), enrolando a su servicio a "los que estaban a favor de los reyes . . . de ilustre linaje . . . aquellos que ambicionaban poder y autoridad sobre el pueblo" (Alma 51:8). A ellos se juntaron también importantes "jueces [quienes] tenían muchos amigos y parientes" (el tener las conexiones correctas era el todo) mas "casi todos los abogados y sumo sacerdotes", añadiéndose "los jueces menores del país, y codiciaban el poder". (3 Nefi 6:27; Alma 46:4).

Amalickíah, con inmensa habilidad gerencial, fusiona todo esto para formar una sola coalición ultraconservadora, que accedió a "[apoyarlo e instituirlo] como su rey", con la esperanza de que "él los pondría por gobernantes sobre el pueblo" (Alma 46:5). Muchos en la iglesia se dejaron convencer por la diestra oratoria de Amalickíah, ya que era un comunicador persuasivo y seductor (adulante, según la descripción usada en el Libro de Mormón). El hizo de la guerra la piedra angular de su política y poder, utilizando un sistema de comunicación cuidadosamente diseñado con torres y oradores entrenados, para agitar al pueblo a luchar por sus derechos, o sea, la carrera de Amalickíah. Mientras Moroni tenía sentimientos benevolentes por el enemigo, a Amalickíah "no le importaba la sangre de su [propio] pueblo" (Alma 49:10). Su objetivo en la vida era llegar a ser rey de ambos, Nefitas y Lamanitas, usando a unos para subyugar a los otros (Alma 46:4-5). El era un maestro de los trucos sucios, a los cuales debía algunos de sus logros mas brillantes. Mantuvo su ascenso mediante asesinatos astutos, relaciones públicas de alto nivel y una gran habilidad ejecutiva. Su espíritu competitivo era tal, que juró que bebería la sangre de Moroni, quien se le interponía en su camino. En resumen, él era "un hombre sumamente inicuo" (Alma 46:9), que representaba todo lo que Moroni detestaba.

Es en este tiempo en la historia del Libro de Mormón cuando la palabra gerencia hace sus únicas apariciones (tres en total) en todas las escrituras. Primero fue en aquella ocasión, cuando Moroni por su cuenta "había alterado el manejo de los asuntos entre los nefitas"* (Alma 49:11) durante una crisis. Luego fue Korihor, el vocero ideológico de los Zoramitas y Amalekitas, quien predicaba "que en esta vida a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad**; por tanto, todo hombre prosperaba según su genio [habilidad, talento, cerebro, etc.], y . . . conquistaba según su fuerza; y no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera" (Alma 30:17). El se enfureció contra el gobierno por tomar la propiedad del pueblo, quienes "ni se atreven a gozar de sus propios derechos y privilegios. Sí, no se atreven a hacer uso de lo que les pertenece" (Alma 30:27-28). Finalmente, tan pronto como Moroni desaparece de la escena, la antigua coalición "[logró] la administración*** exclusiva del gobierno", e inmediatamente "volvieron la espalda a los pobres" (Helamán 6:39), mientras ponían a jueces en la banca, quienes demostraron espíritu de cooperación, "dejando ir impunes al culpable y al malvado por causa de su dinero" (Helamán 7:5). (Todo esto sucedió en América Central, la arena perenne de la Gente Grande versus la Gente Chica.)

Esta era la gerencia a la que Moroni se opuso. Por todos los medios, hermanos, tomemos al Capitán Moroni como nuestro modelo y nunca olvidemos por lo que él luchó –el pobre, el desechado y el menospreciado; y las cosas que combatió –orgullo, poder, riqueza y ambición; o cómo él luchó –como un contrincante generoso, considerado y magnánimo, un líder en todos los sentidos.

Corriendo el riesgo de pasarme del tiempo, debo hacer una pausa y recordarles que esta historia, de la que les di sólo algunos fragmentos, se supone que fue fraguada allá por 1820, en un bosque de las afueras y por algún ignorante abismal, un campesino repugnantemente flojo y chocantemente deshonesto. Aparte de una ligera suavización de estos epítetos, ésta es la única alternativa de creer que la historia es verdadera; porque la situación es igualmente fantástica, no importa cual tipo de autor vosotros deseéis inventar. Ésta debe ser una historia verdadera.

Que José Smith es el más grande líder de los tiempos modernos sin comparación alguna, es una proposición que no necesita comentarios. Brigham Young recordaba que muchos de los hermanos se consideraban mejores gerentes que José y a menudo se enojaban por su ingenuidad en economía. Brigham ciertamente era un mejor gerente que el Profeta (o que cualquier otro, en todo caso), y él lo sabía; sin embargo él siempre se sometía y seguía sin falta al hermano José todo el tiempo, mientras exhortaba a los demás a hacer lo mismo, porque él sabía demasiado bien cuán pequeña es la sabiduría de los hombres comparada con la sabiduría de Dios.

Moroni reprendió a la gerencia por su "amor por la gloria y las vanidades del mundo" (Alma 60:32), y nosotros hemos sido amonestados recientemente en la Conferencia General contra las cosas de éste mundo.9 Pero qué son exactamente las cosas del mundo? Se nos ha dado una prueba sencilla e infalible en la bien conocida máxima, "Tú puedes tener cualquier cosa en este mundo por dinero". Si una cosa es de este mundo, tú la puedes tener por dinero; si no la puedes tener por dinero, no pertenece a este mundo. Esto es lo que hace manejable al asunto --dinero es puro número. Al convertir todos los valores a números, se pueden meter en la computadora y manejar con facilidad y eficiencia. Lo único que necesitamos preguntar es "¿cuánto?". El gerente "conoce el precio de cada cosa y el valor de ninguna", porque para él, el valor es el precio.

Mirad aquí a vuestro alrededor. ¿Véis alguna cosa que no se pueda tener por dinero? ¿Hay algo aquí que no pudiérais tener si fuérais suficientemente ricos? Bien, por un lado vosotros podéis pensar en la inteligencia, la integridad, sobriedad, celo, carácter y otras nobles cualidades. ¿No demuestran eso las togas y los birretes? Pero ¡esperad! Siempre se me dijo que esas son justamente las cosas que los gerentes están buscando. Ellas se cotizan a precios altos en el mercado.

¿Significa entonces, que al tener valor en este mundo no tienen valor en el otro mundo? Eso es lo que significa exactamente. Estas cosas no tienen precio, ni generan salario en Sión; no podéis negociar con ellas, porque son tan comunes como el aire, antes puro, a nuestro alrededor; no son negociables en el reino, porque allí todos las poseen en su totalidad y sería tan lógico exigir paga por tener huesos o piel, como recibir un bono por honestidad o sobriedad. Solamente en este mundo es que ellos son valiosos por su escasez. "Tu dinero perezca contigo", dijo Pedro a un charlatán con toga (Simón el Mago), quien intentó incluir "el don de Dios" en una transacción comercial (Hech. 8:20).

El líder de grupo de mi quórum de sumos sacerdotes es un Santo de los últimos días firme y sólido. Recientemente lo visitó un joven misionero retornado, con el objeto de venderle una póliza de seguros. Basándose en su entrenamiento en el campo misional, el joven le aseguró al hermano que él sabía que tenía la póliza correcta para él, así como sabía que el evangelio era verdadero. A lo que mi amigo, sin mayores aspavientos, lo botó de su casa, porque una persona con un testimonio lo debe conservar sagrado y no venderlo por dinero. Los primeros Cristianos llamaron Christemporoi (mercantilista cristiano) a aquellos que convertían los dones espirituales y las conexiones eclesiásticas en mercancía. Las cosas del mundo y las cosas de la eternidad no se pueden conjugar así convenientemente; y es porque muchas personas están descubriendo esto hoy en día, por lo que me siento constreñido a hablar sobre éste tema impopular en esta ocasión.

En tiempos pasados he sido asaltado por una corriente constante de visitantes, llamadas telefónicas y cartas de personas que agonizaban por lo que se puede llamar un cambio de especialidades. Hasta ahora se trataba de un problema de repugnancia que el estudiante (usualmente de postgrado) sentía al entrar en una línea de trabajo, cuando prefería realmente otra. Pero ¿qué pueden hacer ellos?. "Si tú abandonas mi empleo", dice el gerente, "¿qué será de ti?". Hoy en día, sin embargo, ya no es por aburrimiento o desilusión que surge el problema, sino por conciencia. El buscar primeramente la independencia financiera y todas las otras cosas serán añadidas, se reconoce como una perversión indecente de las escrituras y una inversión inmoral de valores.

Para cuestionar esta máxima soberana uno sólo tiene que considerar los arduos esfuerzos de ingenio, voluntad e imaginación que han sido necesarios para defenderlo. Yo nunca he escuchado, por ejemplo, que artistas, astrónomos, naturalistas, poetas, atletas, músicos, eruditos o incluso políticos se reúnan en institutos de prestigio, terapias de grupo, ciclos de conferencias, programas de mejoramiento o clínicas para lograr mentalizarse con eslogans GO! GO! GO!, clichés moralizantes o ejercicios espirituales de cuidadosa dialéctica, con el fin de obtener lo que llaman "mentalidad de prosperidad", con la garantía de que (en las palabras de Korihor) "no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera" (Alma 30:17). Estas disciplinas antiguas tampoco necesitan de abogados, esos gerentes de gerentes, para probar al mundo que ellos no están haciendo trampas. Aquellos que tienen algo para aportar a la humanidad se deleitan en su obra y no tienen que racionalizar, publicitar o evangelizar para sentirse bien en cuanto a su labor. Sólo cuando su arte o su ciencia se orientan a lo mercantil, es que surgen los problemas de ética. Miren a la TV. Detrás del trabajo sucio siempre está el dinero. No habría crímenes en Hill Street si la gente no tuviera que tener dinero. Pablo tenía toda la razón: El amor al dinero es la "raíz de todos los males" (1 Tim. 6:10); y él cita, casualmente, el antiguo libro de Enoc.

En mi último curso, un estudiante que se graduaba con honores en administración de empresas (quien está aquí hoy) escribió esto –la asignación era compararse con algún personaje de la Perla de Gran Precio, y él, seriamente, escogió a Caín:

"Muchas veces me pregunto si muchos de mis deseos son demasiado egocéntricos. Caín buscaba la ganancia personal. El conocía el impacto de su decisión de matar a Abel. Ahora bien, yo no ignoro a Dios, ni hago pactos criminales con Satanás; sin embargo, yo deseo tener ganancias.

Desafortunadamente mi deseo de triunfo en los negocios no es necesariamente para ayudar a crecer el reino del Señor [hay un trazo refrescante de honestidad]. Quizás soy pesimista, pero pienso que pocos hombres de negocios se han dedicado realmente a promover la Iglesia, sin desear primero una gratificación personal. En mi especialización en negocios me hago preguntas sobre la ética de los negocios --"cobrar tanto como sea posible por un producto que fue hecho por alguien a quien se le pagó lo menos posible". Tú vives con la diferencia. Como hombre de negocios ¿viviré de la industria de otro y no de la mía? ¿Contribuiré a la sociedad o recibiré algo por nada, como hizo Caín? Siendo honesto, éstas son preguntas difíciles para mí".

Estas cuestiones se han tornado difíciles por la retórica de nuestros tiempos. La Iglesia en los días de Pablo estaba llena de hombres que enseñaban que la ganancia es piadosa y hacían que otros lo creyeran. Hoy en día las vestimentas negras colocan el sello oficial de aprobación sobre esta misma proposición. Pero ¡no culpen a la Escuela de Administración!. Los Sofistas, esos sagaces hombres de negocio y del espectáculo comenzaron este juego hace 2.500 años y ustedes no pueden culpar a otros por querer entrar en algo tan rentable. Los doctores y eruditos siempre han sabido cuál lado les convenía y han tomado su lugar en la fila. Los estudios sobre negocios y los "Estudios Independientes", el último de los recién llegados, han llenado los últimos vacíos; y hoy en día, sin importar lo que tengas en el bolsillo, te puedes llegar a poner una toga y un birrete. Y no os alarméis que la gerencia esté dirigiendo el show--ellos siempre lo han hecho.

La mayoría de vosotros estáis hoy aquí sólo porque creéis que esta charada os ayudará a tomar ventaja en el mundo. Pero en los últimos años las cosas se han salido de control. La economía, anteriormente el asunto mas importante en nuestras vidas materialistas, se ha convertido en el asunto único. Hemos sido barridos por una dedicación total a la economía, la que al igual que los masivos deslizamientos de tierra de nuestro Wasatch Front, está envolviendo y sofocando rápidamente a todas las cosas. Si el Presidente Kimball está "espantado y horrorizado" por lo que él ve, yo no puedo mas que concluir con sus palabras: "Debemos abandonar la adoración de los ídolos modernos y el confiar en el brazo de la carne, porque el Señor ha dicho a todo el mundo en nuestros días, 'no perdonaré a ninguno que se quede en Babilonia' (DyC 64:24)." Y Babilonia es donde nosotros estamos.

En un tiempo olvidado, antes que el Espíritu fuera cambiado por el cargo y el inspirado liderazgo por la gerencia ambiciosa, estas togas fueron diseñadas para representar el alejamiento de las cosas de este mundo como aún lo hacen las ropas del templo. Que podamos llegar a estar mas conscientes del significado real de ambas, es mi oración.

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    Natán Ezequiel Sanchez

    Psicólogo Social.
    Psicoanalista Profano

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