Muchas veces, cuando nos enfrentamos ante la muerte de alguien cercano, nos entra el dilema referido a nuestro hijos. ¿Se lo digo o no se lo digo?. Algunos padres deciden engañarlos con historias al estilo de: La abuela se durmió... o tu gatito se fue a un campo para gatitos etc. Lo que no tomamos conciencia es de lo dañino que puede resultar esta actitud, ya que sin querer instalamos un elemento ansiógeno en su mente... porque si el abuelito se durmió, ¿me moriré yo también cuando me duerma? ¿podré ir a visitar a mi gato al campo de gatitos? ¿volverá algún día?.
Les hacemos mucho bien, cuando desde nuestro mejor entendimiento les damos una repuesta verídica y honesta, ya que lo que un niño necesita no es saber QUE es la muerte (ya que en realidad NADIE lo sabe) sino descubrir que es escuchado contenido y respetado.
No importa que tan desgraciada sea una verdad, una mentira nunca sirve de consuelo autentico.
Además, asistir al funeral, saber donde esta la tumba y entender que ese ser querido nunca volverá, son los primeros pasos para poder elaborar un duelo sano.
Les hacemos mucho bien, cuando desde nuestro mejor entendimiento les damos una repuesta verídica y honesta, ya que lo que un niño necesita no es saber QUE es la muerte (ya que en realidad NADIE lo sabe) sino descubrir que es escuchado contenido y respetado.
No importa que tan desgraciada sea una verdad, una mentira nunca sirve de consuelo autentico.
Además, asistir al funeral, saber donde esta la tumba y entender que ese ser querido nunca volverá, son los primeros pasos para poder elaborar un duelo sano.