Hoffstater analizaba la relación de los subordinados políticamente, como un interjuego entre identificación y proyección dados en una secuencia como la que sigue a continuación:
1- Una situación de angustia vital muy elevada con vivencia de desamparo provocan una depositación de energía psicológica en un “líder” con el cual el angustiado se identifica a nivel inconsciente
2- El éxito real de un jefe o ductor para dominar un peligro real o tan solo fingido sirve como motivo de aprendizaje.
3- El fracaso de un jefe apaga la “manía” ya aprendida en parte o totalmente.
¿Cómo se relaciona esto con la situación política actual de la Republica Argentina? Bueno, venimos de una situación de angustia vital enorme (la crisis de 2001) en donde depositamos esta angustia en dos jefes fuertes: Eduardo Duhalde primero, y Néstor Kirchner después. Sobre el carácter real o fingido de la crisis de 2001, juzgara el lector en base a la rápida recuperación de nuestro país.
En cierto momento se reconoció mayoritariamente el éxito del modelo económico Duhalde-Kirchner (en realidad un acuerdo político con el sector agropecuario).
Pasada la sensación de terror ante el fracaso financiero, otros temas salieron a la palestra, azuzados por los medios de comunicación opositores a la gestión (la inseguridad, el dengue, diversos desastres naturales. etc.). El éxito de estos intentos puede clasificarse de relativo, porque más allá de la publicidad de los medios, en términos estrictamente matemáticos no hubo un claro ganador en las elecciones pasadas.
Esta secuencia se ve reforzada con los intentos que se hicieron desde el gobierno y la oposición, por manipular el temor de la gente ante la epidemia de gripe A. El hecho de que exista dialogo y concertación superada esa “crisis” demuestra que no hubo un claro ganador en esa instancia. Lamentablemente el que gana no concierta ni acuerda, simplemente toma el poder.
¿Quienes gobernaran la Argentina después de 2010? No estará claro hasta que podamos identificar cual de los elementos que asustan a los argentinos el más ansiógeno, y que además sepa ser identificado por algún aspirante a líder y explotado oportunamente. Si bien los gobiernos que conciertan acuerdos son “políticamente correctos” en la practica no consiguen los resultados necesarios para garantizar la continuidad de su gestión o simplemente su simple existencia (¿Se acuerdan de De la Rúa?).
Tenemos que aprender a elegir desde la cabeza, basados en nuestra mejor utilidad y no desde nuestros miedos. Cualquier perspectiva de cambio está atada a que sepamos pensar reflexivamente y dejemos de votar desde las entrañas.
Tenemos que volver obsoleta esa vieja frase de Borges que dice “A los Argentinos nos une el espanto”. Ojalá aprendamos a estar unidos por el bien común.
1- Una situación de angustia vital muy elevada con vivencia de desamparo provocan una depositación de energía psicológica en un “líder” con el cual el angustiado se identifica a nivel inconsciente
2- El éxito real de un jefe o ductor para dominar un peligro real o tan solo fingido sirve como motivo de aprendizaje.
3- El fracaso de un jefe apaga la “manía” ya aprendida en parte o totalmente.
¿Cómo se relaciona esto con la situación política actual de la Republica Argentina? Bueno, venimos de una situación de angustia vital enorme (la crisis de 2001) en donde depositamos esta angustia en dos jefes fuertes: Eduardo Duhalde primero, y Néstor Kirchner después. Sobre el carácter real o fingido de la crisis de 2001, juzgara el lector en base a la rápida recuperación de nuestro país.
En cierto momento se reconoció mayoritariamente el éxito del modelo económico Duhalde-Kirchner (en realidad un acuerdo político con el sector agropecuario).
Pasada la sensación de terror ante el fracaso financiero, otros temas salieron a la palestra, azuzados por los medios de comunicación opositores a la gestión (la inseguridad, el dengue, diversos desastres naturales. etc.). El éxito de estos intentos puede clasificarse de relativo, porque más allá de la publicidad de los medios, en términos estrictamente matemáticos no hubo un claro ganador en las elecciones pasadas.
Esta secuencia se ve reforzada con los intentos que se hicieron desde el gobierno y la oposición, por manipular el temor de la gente ante la epidemia de gripe A. El hecho de que exista dialogo y concertación superada esa “crisis” demuestra que no hubo un claro ganador en esa instancia. Lamentablemente el que gana no concierta ni acuerda, simplemente toma el poder.
¿Quienes gobernaran la Argentina después de 2010? No estará claro hasta que podamos identificar cual de los elementos que asustan a los argentinos el más ansiógeno, y que además sepa ser identificado por algún aspirante a líder y explotado oportunamente. Si bien los gobiernos que conciertan acuerdos son “políticamente correctos” en la practica no consiguen los resultados necesarios para garantizar la continuidad de su gestión o simplemente su simple existencia (¿Se acuerdan de De la Rúa?).
Tenemos que aprender a elegir desde la cabeza, basados en nuestra mejor utilidad y no desde nuestros miedos. Cualquier perspectiva de cambio está atada a que sepamos pensar reflexivamente y dejemos de votar desde las entrañas.
Tenemos que volver obsoleta esa vieja frase de Borges que dice “A los Argentinos nos une el espanto”. Ojalá aprendamos a estar unidos por el bien común.