Yo creo que se pueden distinguir, entre los mormones activos, dos clases de miembros de la iglesia. No estoy contrastando activos e inactivos, ni miembros fieles y apóstatas, sino que me estoy refiriendo a dos tipos de mormones que participan activamente y que están profundamente dedicados al evangelio, pero que tienden a dudar de la legitimidad y de la utilidad del compromiso asumido por el otro grupo.
No voy a validar en este ensayo los prejuicios expresados por ninguno de los dos grupos. Simplemente voy a (1) describir los dos grupos tan despasionadamente como me sea posible, (2) identificarme con uno de los dos tipos, y (3) dar testimonio de las bendiciones que la iglesia le ofrece a los miembros que se identifican con mi grupo. Ojalá que este esfuerzo nos ayude a superar diferencias y a alcanzar la "unidad de fe" que Cristo dijo ha de ser nuestra meta.
Permítanme proponer dos símbolos que representan mis dos tipos de mormones. He elegido imágenes positivas, porque solamente estoy hablando de miembros fieles de la iglesia. Tomé estas imágenes del Libro de Mormón, que es un buen lugar donde buscar símbolos y consejo.
La primera imagen proviene del sueño de Lehi y es la barra de hierro. La segunda imagen proviene de la experiencia de Lehi y es la liahona. Los dos símbolos manifiestan de manera similar el hecho de que Dios se preocupa y se interesa por sus hijos. Las diferencias entre los dos símbolos ilustran el contraste que existe entre los dos grupos.
Para las personas que se aferraban a la barra de hierro, esa barra representaba la palabra de Dios y definía claramente cada uno de los pasos en el camino hacia el Árbol de la Vida; todo lo que las personas tenían que hacer a aferrarse a la barra a medida que avanzaban. En el sueño de Lehi el camino no era fácil, pero era claro.
La liahona, en cambio, era una brújula. Señalaba el destino, pero no marcaba todo el sendero; la claridad de las instrucciones variaba según las circunstancias del usuario. Para la familia de Lehi, la liahona era un instrumento sagrado que les recordaba sus metas temporales y sus metas eternas, pero no delineaba el curso a seguir de manera infalible.
Así como la barra de hierro y la liahona son dos maneras de acercarse a la palabra de Dios y al reino de Dios, también hay en la iglesia dos tipos de miembros que buscan la palabra y el reino de Dios. La diferencia fundamental entre los dos grupos es la manera en que entienden su relación con la "palabra de Dios" y el concepto de "la plenitud del evangelio." ¿Cómo ven ustedes las revelaciones de nuestro Padre Celestial? ¿Como una barandilla que nos conduce al reino, o tan sólo como una brújula?
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Los mormones Barra de Hierro no buscan preguntas en el evangelio, sino solamente respuestas; en el evangelio, o en la manera en que lo entienden, tales miembros encuentran, o creen que pueden encontrar, la respuesta todas las peguntas importantes. Los mormones Liahona, en cambio, se interesan más en las preguntas que el evangelio genera, y tienden a recibir respuestas con escepticismo. Para ellos, el evangelio da respuesta a una cantidad suficiente de preguntas, lo que les permite funcionar con claridad de propósito aunque no tengan todas las respuestas.
Como dije al comienzo, yo encuentro mormones Barra de Hierro y mormones Liahona en casi cada congregación mormona. Se los distingue por el tipo de comentarios que hacen en las clases de doctrina del evangelio y por el lenguaje que utilizan cuando dan el testimonio. Lo que los motiva a ser tan diferentes no es fácil de definir. Entre los conversos nuevos tal vez predominen los mormones Barra de Hierro; y, sin embargo, muchos hoy en día se sienten atraídos a la iglesia por razones que corresponden a los mormones Liahona, y que comentaré mas adelante. Es posible que los miembros que no hayan tenido nunca una experiencia de conversión emocional tengan en su mayoría testimonio tipo Liahona, pero muchos de tales miembros han desarrollado compromisos tipo Barra de Hierro en el hogar, en la escuela dominical, en el campo misional, o alguna otra condición circunstancial. No parece existir correlación alguna entre estos dos tipos de mormones y su estatus social y económico; la noción de que el estudio y la educación tiende a producir mormones Liahona tiene tantas excepciones que tal vez sea posible afirmar que el estudio y la educación simplemente hace que los mormones Liahona sean más elocuentes. Dicho sea de paso, algunos de los mormones Barra de Hierro más prominentes de la iglesia son profesores en la Universidad de Brigham Young.
Supongo que la existencia premortal algo tendrá que ver en el lugar que ocupamos en esta clasificación, tal como influya tal vez otras circunstancias de la vida mortal, pero la genética no determina a qué campo pertenecemos. La irritación que siente el padre Barra de Hierro frente a un hijo iconoclasta es tan común como la vergüenza que experimenta el padre Liahona cuando descubre que su hija adolescente está encontrado, en las clases de seminario, respuestas adecuadas a preguntas que él mismo nunca ha logrado aceptar.
Y la situación se complica por el hecho de que a veces los miembros cambian de tipo, frecuentemente en respuesta a experiencias personales muy inquietantes. Es más bien raro, me parece, que un miembro Liahona, ya sea como acto de desesperación o de arrepentimiento, de un "salto de fe" y se redefina como miembro Barra de Hierro, pero me parece que es típico que un investigador de temperamento Liahona se convierta en un miembro Barra de Hierro. Todos hemos conocido miembros Barra de Hierro que, en respuesta a una tragedia personal o una conmoción intelectual, se han convertido en miembros Liahona; a veces, aunque no siempre, tal transición puede ser una etapa en el trayecto hacia la inactividad y aún hacia la apostasía.
Mi opinión actual es que la manera en que nos identificamos como mormones Barra de Hierro o como mormones Liahona es sobre todo una cuestión de temperamentos y de circunstancias accidentales--no una cuestión de logros premortales o de elecciones hechas en esta vida mortal. Esta opinión, sin embrago, como muchas otras de este ensayo, es mía solamente y no tienen fundamento ni en la escrituras ni en la ciencia.
Me he referido a la meta común que todos tenemos de alcanzar la "unidad de la fe," y me gustaría subrayar que a los mormones Barra de Hierro y a los mormones Liahona les cuesta mucho entenderse mutuamente. Los dos grupos aceptan intelectualmente el derecho a coexistir pacíficamente, pero no se entienden al nivel de empatía o de comunión personal. Para el mormón Barra de Hierro, una actitud de cuestionamiento sugiere una fe imperfecta; para el mormón Liahona, un espíritu que no cuestiona nada revela una mente cerrada. Ni la asociación frecuente ni el hecho de haber pertenecido previamente al otro grupo es garantía de empatía. Y los que se cambian de grupo suelen ser los que menos empatía sienten por los miembros del grupo al que ellos mismos solían pertenecer.
Les he propuesto que la diferencia esencial entre los mormones Liahona y los mormones Barra de Hierro es la manera en que entienden el concepto de "la palabra de Dios". Permítanme explayarme un poco más en esta cuestión.
El mormón Barra de Hierro cree que, en cualquier pregunta que se formule, es posible obtener una respuesta que representa la intención y la voluntad del Señor. Hay tres fuente para obtener dichas respuestas: las escrituras, la autoridad profética, y el Espíritu Santo.
En los libros canónicos, el miembro Barra de Hierro encuentra más respuestas que el miembro Liahona, porque las acepta como la palabra e Dios en un sentido más literal. En las escrituras, el miembro Barra de Hierro encuentra respuestas a preguntas tan diversas como cuándo se creó la tierra, por qué es justa la pena de muerte, qué es una dieta saludable, cuál es la función correcta del gobierno, la naturaleza y la función de la sexualidad, y la naturalaza e identidad del ser humano. El mormón Liahona ve todo esto como una interpretación arbitraria y forzada de las escrituras, pero para el miembro Barra de Hierro, el significado está claro.
Los mormones Barra de Hierro encuentran muchas respuestas en las declaraciones de las autoridades generales, vivientes y del pasado, porque aceptan y aplican de manera integral el pasaje de Doctrina y Convenios según el cual "lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para la salvación" (68:4). Esta confiabilidad en las escrituras se extiende a cada faceta de la vida. Los "oráculos vivientes" son respuesta adecuada y suficiente a cuestiones de planificación familiar, relaciones laborales y sociales, el significado de la Constitución, el futuro de las Naciones Unidas, las leyes de salud y las señales de la Segunda Venida. Si los mormones Barra de Hierro no encuentran dichas respuestas en las publicaciones, las buscan en cartas y en entrevistas y, una vez que las reciben, las aceptan como definitivas.
La tercera fuente del miembro Barra de Hierro es el Espíritu Santo. Así como José Smith encontró respuestas en el consejo de Santiago, "Si algunos de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios", cualquier Santo de los Últimos Días puede tener una experiencia similar. Ya sea en la elección de una vocación o de un cónyuge, en la ayuda necesaria para aprobar un examen o para encontrar a un "contacto de oro" en el campo misional, curar al enfermo o evitar un divorcio, la oración es siempre la respuesta. Aunque tal vez no sea lo que uno esperaba, la respuesta vendrá y será una manifestación del Espíritu Santo.
Esta actitud implica que los mormones Barra de Hierro creen que nuestro Padre Celestial está íntimamente involucrado en la rutina diaria de sus hijos. Así como ni un gorrión cae sin que el Padre lo note, nada en el mundo ocurre sin ser la voluntad divina. Dios tiene la respuesta a todas las preguntas y la solución a todos los problemas, y lo único que nos impide acceder a dichas soluciones es nuestra propia testarudez. Los que abren la mente y el corazón a los canales de revelación antiguas y modernas obtienen la Barra de Hierro que los conduce infaliblemente al reino.
Los mormones Liahona no tienen ese tipo de fe. No rechazan los conceptos sobre los cuales dicha fe se basa: que Dios vive, que ama a sus hijos, que su conocimiento y poder salvan, y que Dios revela su voluntad tal como lo declara el noveno Artículo de Fe. No se reservan el derecho de obedecer selectivamente la voluntad de Dios según la entiendan. Lo que caracteriza a los mormones Liahona es que cuestionan la idoneidad de la fuentes sobre las cuales el mormón Barra de Hierro basa su testimonio.
El problema radica en percibir lo que ocurre con la voluntad de Dios cuando la misma está mediada, como lo está para casi todos los mortales, por "el brazo de la carne". El miembro Liahona está convencido, por la lógica y por la experiencia, de que ningún instrumento humano, ni siquiera un profeta, puede trasmitir la palabra de Dios con la claridad y el alcance que le permitirían a los hombres comprenderla universalmente y asimilarla con facilidad.
El mormón Liahona es incapaz de aceptar la inspiración literal de los libros canónicos; por lo tanto, el mormón Liahona cuestiona que hallemos respuestas automáticas en las escrituras. Si no es cierto que Eva fue creada de la costilla de Adán, ¿cuánto de la Biblia debe ser considerado como verdad histórica? Y si la geología y la antropología han descalificado la cronología del Obispo Ussher, según la cual la creación ocurrió en el año 4000 antes de Cristo, ¿cuánto de la Biblia debe tomarse como verdad científica? Y si las escrituras del mormonismo han sido alteradas de manera significativa desde la publicación original, ¿cómo podemos asumir que ahora son una autoridad infalible? Para el mormón Liahona, las escrituras son fuente de inspiración y de verdad moral, pero dejan muchas pregunta específicas sin contestar, o las contestan sin certeza.
En cuanto a la autoridad de los profetas modernos, el mormón Liahona encuentra consenso en los que atañe a los principios básicos del evangelio, pero gran diversidad en muchos temas importantes. El registro escrito demuestra que hay errores, tales como en las declaraciones de Brigham Young en cuanto a la continuación de la esclavitud; el registro también revela que el consejo ha cambiado, tal como en lo que atañe al recogimiento de Sión. Hay diferencias de opiniones, tales como Heber J. Grant y Reed Smoot en cuanto a la Liga de Naciones, y David O. McKay y Joseph Fielding Smith en sus opiniones sobre el proceso de la creación de la tierra. Para los mormones Liahona, los "oráculos vivientes" son testigos especiales del evangelio de Cristo y agentes de Dios para gobernar la iglesia, pero como las escrituras, hay muchas preguntas que quedan sin contestar, o que quedan contestadas sin certeza.
Según los mormones Barra de Hierro, el Espíritu Santo completará lo que los profetas no nos proporcionen. Para el mormón Liahona, en cambio, endilgarle esta función al Espíritu Santo es problemático, tanto en su base filosófica como en la que proviene de la experiencia. La evidencia hace que los mormones Liahona se sientan perplejos por la idea de que la oración es un vehículo infalible, casi contractual, ente Dios y los seres humanos mediante el Espíritu Santo. En lo que a la confirmación de la verdad atañe, está demostrado que el testimonio del Espíritu nunca ha producido uniformidad de interpretación, ni siquiera entre los mormones Barra de Hierro; además, es el testimonio del mismo Espíritu, el "ardor en el pecho," que muchos apóstatas invocan cuando declaran que toda la iglesia ha caído en el error. El Espíritu Santo es un método más bien imprevisible de influir los eventos humanos, y algunos de los milagros a él atribuidos casi parecen caprichosos. La oración de fe que permite que un hombre encuentra sus anteojos hace que otro pierda la vista.
Esto hace que los mormones Liahona tengan una conexión más bien tenue con el Espíritu Santo. El mormón Liahona sabe que su conocimiento es imperfecto, pero se consuela en el Artículo de Fe según el cual Dios "aún revelará muchos grandes e importantes asuntos…" El mormón Liahona tiene convicción en el amor de Dios, pero sabe por experiencia que la fe nunca da resultados terrenales certeros. Estas dos realidades se reconcilian poniendo énfasis en el cometido divino al principio del libro albedrío. Para el mormón Liahona, la intervención de Dios en la rutina de la vida debe ser menos efectiva e íntima que lo que una mormón Barra de Hierro le atribuiría; hay demasiados problemas sin solución y demasiadas oraciones que quedan sin responder.
¿Será que el miembro Barra de Hierro no tiene conciencia de estas consideraciones que juegan un papel tan importante para el mormón Liahona a la hora de definir su relación con la palabra de Dios? Según mi opinión, en algunos casos la respuesta es afirmativa. Nuestra iglesia gira alrededor de actividades, y es posible participar profunda y satisfechamente sin nunca reflexionar con seriedad sobre las consecuencias filosóficas de algunas de los conceptos del evangelio que se nos enseñan.
En muchas cosas, sin embrago, el mormón Barra de Hierro ha encontrado suficiente respuestas a las preguntas Liahona. La uniformidad básica que ve en las escrituras y en las enseñanzas de los profetas modernos es suficiente para convencerlo de que los errores y las incongruencias aparentes se pueden resolver mediante mecanismos de interpretación. El mormón Barra de Hierro ve tanta evidencia de la inmanencia de Dios en los asuntos humanos que las aparentes injusticia y maldades del mundo, aunque parezcan no tener fin alguno, se explican declarando que "los caminos de Dios no son nuestros caminos". Es probable que el mormón Barra de Hierro se queje de que el mormón Liahona, en su excesiva preocupación por ciertos problemas, ve sólo los árboles del evangelio, pero ha perdido la perspectiva del bosque, y aún es posible que el mormón Barra de Hierro explique esa preocupación excesiva diciendo que, a los mormones Liahona, les falta fe.
Yo soy un mormón Liahona. Es mi deber defenderme si se me acusa de falta de fe, pero no puedo negar que hay temas que me preocupan.
Ambas clases de mormones, Liahona y Barra de Hierro, tienen problemas. No sólo los problemas inherentes a nuestra condición humana, sino problemas adicionales que resultan de tener un compromiso tan diferente con la iglesia.
El mormón Barra de Hierro tiende a desarrollar respuestas en situaciones en que tal vez ninguna respuesta ha sido revelada. Tal vez encuentre sus razones para oponerse a programas de bienestar social en el Libro de Mormón; aunque "el día y la hora [de la Segunda Venida] ningún hombre los sabe," el mormón Barra de Hierro es capaz de desarrollar calendarios basados en esotéricas profecías. Su dogmatismo puede ofender a otros miembros de la iglesia e interferir en la manera de comunicarse con otros miembros de la familia; su confianza en sus propias conclusiones puede hacerlo impaciente hacia los que públicamente sostiene. Es posible que, confrontado con nuevas revelaciones, confíe demasiado en respuestas tradicionales; es posible que la innovación lo conmocione al grado de llevarlo a formar nuevas sectas fundamentalistas. El concepto de la Barra de Hierro hace que muchos se mantengan firmes en la iglesia, pero también hace que algunos se alejen.
El mormón Liahona, en cambio, enfrenta la tentación de extender el ámbito de lo cuestionable al punto de incluir las doctrinas y las normas que la iglesia ha definido con más claridad. Sus principios lo hacen resistir estadísticas, y tal resistencia pueden llevarlo a criticar los programas y los líderes. Sus vínculos con la iglesia pueden volverse nebulosos al punto de no poder expresarlos claramente a sus hijos. Su testimonio puede volverse selectivos al punto de excluirlo de algunas formas de actividad o de hacerlo sentirse un hipócrita si participa. Su persistencia en dudar siempre puede alienar a sus hermanos y, a la postre, destruir su compromiso con el evangelio. Si esto ocurre, él también se aleja de la iglesia-no con aspaviento, pero sí en un proceso doloroso.
Ambos tipos de mormones sirven en la iglesia. Hablan de forma diferente y aparente también piensan y sienten el evangelio de forma diferente, pero si evitan los extremos que acabo de mencionar, comparten el mismo amor y el mismo cometido en la iglesia. Por lo tanto no se los pide distinguir basándose en cuánto asisten a las reuniones o participan de proyectos de bienestar, o con cuánto dinero contribuyen a la iglesia, o con cuánta fidelidad cumplen con sus llamamientos. Tal vez cumplan un 100 por ciento o tal vez no lo hagan, pero la observación me indica que no existe una correlación entre el grado de actividad y el tipo de mormón. (Tal vez los mormones Barra de Hierro tiendan a ser un poco más dedicados en la obra genealógica, pero no lo digo con certeza).
Ambos tipos de miembros se encuentran a todos los nivelas de responsabilidad: en obispados y en presidencias de la Sociedad de Socorro, en presidencias de estaca y en sumos consejos, e incluso entre las autoridades generales. Pero sea cual fuere su orientación privada, el comportamiento público de las autoridades generales pareciera basarse en la idea de transigir--lo que me parece natural dadas sus circunstancias. Las autoridades generales satisfacen a los mormones Barra de Hierro destacando un sólido núcleo de verdad revelada y desalentado la especulación en temas de fe y de moral; le dan consuelo a los mormones Liahona resistiendo la presión de hacer declaraciones sobre todos los temas y recordándoles a los Santos que Dios todavía no ha revelado la respuesta a cada pregunta ni definido una respuesta a cada oración.
Como he indicado, los mormones Barra de Hierro y los mormones Liahona tienen algo de dificultad en entenderse mutuamente. Con falta de paciencia, sabiduría, experiencia, o compromiso a la institución y a las autoridades generales, a veces criticamos y juzgamos al otro grupo. Pero por lo general vivimos y dejamos vivir--cada grupo hallando en la iglesia lo que satisface sus necesidades, y todos compartiendo las bendiciones del evangelio que no dependen de qué tipo de testimonio poseemos.
Y esto me lleva a la segunda parte de mi ensayo, que explica el título del mismo: Lo que la iglesia significa para personas como yo.
Aunque he intentado describir a las dos clases de mormones con objetividad, es tan sólo de uno de los grupos que puedo hablar con convicción. Me gustaría describir lo que la iglesia le ofrece a miembros Liahona como yo y, mediante dicha descripción, espero hacernos reexaminar la naturaleza de nuestro compromiso y hacernos aumentar nuestra comprensión y nuestro amor por aquellos que poseen un testimonio diferente.
Yo soy un mormón de la clase que se interesa en hacer preguntas pero que recibe respuestas con escepticismo. En el evangelio, tal como yo lo entiendo, da respuesta a una cantidad suficiente de preguntas, lo que me permite funcionar con claridad de propósito y, según lo espero, con eficacia, aunque no tenga todas las respuestas por el momento.
La cuestión fundamental de esta generación, me parece, es la cuestión de significado. ¿Tiene significado la vida? Al nivel popular, al menos, la filosofía del existencialismo pregunta, y trata de contestar, cómo funcionar significativamente en un mundo que parece no tener significado. Si se pone dicha filosofía en un contexto religioso, se convierte en un esfuerzo por salvar algunos de los valores de la religión tradicional y así hallar apoyo en este mundo sin significado.
En la medida en que la existencia se ve como desprovista de significado, aún absurda, las experiencias humanas tienen solamente un significado inmediato. Una experiencia con drogas psicodélicas se halla al mismo nivel que una visita a la Capilla Sixtina o un concierto del Coro del Tabernáculo. No tenemos el derecho de inmiscuirnos en lo que un individuo hace en su vida privada, o en compañía de otros adultos, ni siquiera si sus acciones involucran marihuana, perversión, o "hacer el amor y no la guerra."
Para mí, el evangelio proporciona una respuesta a esta cuestión del significado, y es una respuesta muy desafiante. Se basa en tres principios revelados: (1) El ser humano es eterno. (2) El ser humano es libre. (3) La obra y la gloria de Dios consiste en exaltar a este libre árbitro que es el ser humano.
El concepto central es la libertad. Mi creencia en la doctrina del libre albedrío me da una manera de resolver algunos de los acertijos y tragedias que se utilizan para ilustrar la filosofía del absurdo. En la naturaleza de la libertad humana, tal como yo la entiendo, se halla la reconciliación entre el concepto de un Dios amoroso y las realidades de un mundo frío y cruel.
El evangelio restaurado enseña que la sustancia esencial del ser humano es eterna, que somos hijos de Dios, y que nuestro destino es del de volvernos como nuestro Padre. Pero este destino solamente puede alcanzarse si voluntariamente ganamos el conocimiento, la experiencia, y la disciplina que la deidad requiriere y representa. Este era el quid de la cuestión que se resolvió en el concilio de los cielos: si sería apropiado que viniéramos a un ambiente de riesgo genuino donde caminaríamos por fe.
Para mí, este prerrequisito para la exaltación explica por qué Dios parece estar tan distanciado de muchos aspectos de las decisiones humanas--mis decisiones humanas. Se me dan enromes libertades, y Dios interfiere mínimamente con esa libertad para que yo pueda crecer. Si la mano de Dios estuviera siempre sobre mi hombro, o si su Barra de Hierro estuviese siempre a mi alcance, se restringiría mi libertad de actuar, y también de crecer.
Esto no excluye las intervenciones milagrosas de nuestro Padre Celestial, pero evita que tales manifestaciones se conviertan en algo común. Lo que los mormones Barra de Hierro consideran milagroso, mi tipo tiende a interpretarlo como coincidencia, o como una manifestación psicosomática, o como un hecho que se recuerda o que se transmite erróneamente. Las mismas actitudes son aún más frecuentes en lo que respecta al papel de Satanás en los asuntos humanos. Para el mormón Liahona, el conflicto entre el bien y el mal, y sus resultados felices e infelices, son sobre todo el resultado de la naturaleza y el entorno humano--no de poderes sobrehumanos que compiten por conquistar a los hombres. Si Dios no puede, en un sentido final, forzar a las inteligencias eternas encarnadas en sus hijos a actuar de una manera determinada, mucho menos podrá Lucifer hacer lo mismo. Podemos ceder a los susurros del bien o del mal, pero no somos marionetas.
Hay otro aspecto de esta cuestión. Si cualquier hombre, devoto o irreligioso, se libra arbitrariamente de las consecuencias de su propia falibilidad y de las consecuencias naturales de los riegos del mundo en que vive, entonces la libertad pierde su significado y Dios es un ser caprichoso. Hay una ley que hace que el fuego queme, que las balas maten, que el paso de los años deteriore, y que la lluvia caiga sobre justos e injustos. Si dicha ley se suspende esporádicamente debido a la petición de los fieles, ¿qué ocurre entonces con la confiable conexión que debe existir entre causa y consecuencia, y que es condición para alcanzar conocimiento? Y qué riesgo para la fe reside en la idea de que Dios puede quebrantar la cadena de causa y efecto, que de hecho la quebranta con frecuencia, pero que en mi caso individual tal vez Dios elija no hacerlo. Este es el dilema de la teodicea, de reconciliar la omnipotencia de Dios con el mal y el sufrimiento del mundo, y que queda dramáticamente expresada en la frase que dice, "Si Dios es bueno, entonces no es Dios; si Dios es Dios, entonces no es bueno".
De lo dicho más arriba queda claro que los mormones Liahona como yo no consideramos la oración una forma de mecánica espiritual--no obstante declaraciones de las escrituras que dicen cosas tales como "Probadme ahora en esto…", y "Yo, el Señor, estoy obligado…" . Los mormones Liahona rara vez oramos en busca de milagros o de respuestas nuevas. Para nosotros la operación es, o debería ser, un ejercicio intensamente personal que realizamos a la hora de analizar y evaluar los factores que forman parte de un problema, y un acto de buscar a Dios mientras consideramos las posibles soluciones. (Muchos de nuestros problemas, dicho sea de paso, se resolverían por sí solos si consideráramos solamente las opciones que honestamente podrían contar con aprobación divina.) Es posible que oremos por un milagro, especialmente en épocas de profunda frustración o tragedia personal, pero para nosotros es presuntuoso mandar a Dios, y no creemos en suspender toda acción futura hasta que dicha petición se escuchada.
Pero esto no significa que los mormones Liahona no seamos capaces de verbalizar oraciones con la misma facilidad que los mormones Barra de Hierro. Uno no puede participar de la iglesia significativamente sin dominar las formas convencionales de oración y aprender a modelar la oración según la importancia de la ocasión. Pero yo creo que aún en las oraciones públicas, el oído atento puede detectar las diferencias que he tratado de describir. Las oraciones de un mormón Liahona pueden pedir que nos opongamos al mal lo mejor que podamos, que aguantemos la adversidad que sea necesario aguantar, y que cumplamos nuestro deber correctamente. Son oraciones que peticionan las bendiciones de Dios, pero que requieren respuestas humanas.
Para el mormón Liahona, Dios tiene el poder de salvar. Dios está dedicado a mantener abierto el camino a la salvación humana y hacer, mediante el ejemplo y sacrifico de su hijo, y mediante las ordenanzas y enseñazas de su iglesia, lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. Pero fuera de esto, Dios deja las cosas en nuestras en manos, pues somos libre árbitros, dioses en embrión, y debemos aprender no sólo por indicación, sino además por experiencia cómo ser como Dios.
En esta circunstancia, la Iglesia de Jesucristo lleva a cabo tres funciones especiales para mí. Sin ellas, mi libertad sería algo insoportable.
En primer lugar, la iglesia me recuerda, casi incesantemente, de la importancia de mis acciones. Esto es algo que atañe a mi prójimo, porque la mayoría de las cosas que yo hago o dejo de hacer afectan el progreso de mi prójimo hacia la salvación. Y me atañen a mí aún cuando no tenga efecto visible sobre los demás. Yo rechazo la filosofía "hippie" no porque las sandalias o las barbas tengan nada de malo, pero sí son algo malo si van acompañadas de actos de separación y si carecen de propósito. Aunque la vida sea eterna, yo tengo poco tiempo y no me queda ni un minuto que perder.
En segundo lugar, la iglesia sugiere, y a veces prescribe normas para usar la libertad. Algunos ejemplos son las normas de conducta de los Diez Mandamientos y del Sermón de la Montaña, las reglas de bienestar mental y físico de Doctrina y Convenios, y los recordatorios y desafíos de la ceremonia del templo. Todos estos armonizan con el libre albedrío porque, aunque se nos indica que los cumplamos, no se nos obliga a hacerlo.
Yo creo que hay una diferencia entre la manera en que los mormones Barra de Hierro y los mormones Liahona entienden estas normas. Los mormones Barra de Hierro se orientan hacia las respuestas; para ellos, observar el día de reposo significa no ver televisión ni mirar películas, o mira televisión pero no ver películas, o mirar solamente programas edificantes, o no estudiar, o estudiar solamente para clases de religión. Para los mormones Liahona como yo, el mandamiento del día de reposo nos recuerda que existe un vínculo familiar entre los hombres libres y un Padre amoroso que se preocupa por nosotros. La cuestión no es qué es convencional, sino qué es apropiado. En las tardes de otoño yo soy capaz, con una conciencia limpia, de ir a pasear a las montañas en vez de asistir a una charla fogonera. Y sin embargo, me siento profundamente agradecido de que tengamos normas.
Finalmente, la iglesia me da algo con lo que puedo vincularme, ser parte, pertenecer.
La psicología contemporánea tiene mucho que decir acerca de lo terrible que es sentirse alienado. Un experto describe el fenómeno como "la Multitud Solitaria". Los ex-mormones sienten la alienación con frecuencia; un buen amigo mío, que ha abandonado la iglesia, me expresó tal alienación recientemente diciendo, "en ningún lugar siento que pertenezco."
Para el mormón activo, es imposible sentir tal alienación. La iglesia es una asociación de espíritus similares, una sub-cultura, una "familia"; éste es el lazo que une a los mormones Barra de Hierro y a los Liahona en la medida en que comparten un testimonio de José Smith. La solidaridad entre familias mormonas es casi tan importante como la mismísima doctrina del matrimonio celestia; convierte en hermanos y hermanas al converso y a las Hijas de los Pioneros de Utah, al presidente de una rama en Hong Kong y al misionero de Cedar City. Une a esta congregación de genealogistas dedicados y de otros que se andan con dilaciones, de patriarcas chapados a la antigua y de familias que practican la planificación familiar, de "sesudos" y de los que dudan de "la sabiduría de los hombres".
Es este sentido de que pertenezco a este lugar que me hace sentirme a gusto en mi Barrio de Palo Alto, California. Juntos los mormones Liahona y los Barra de Hierro somos producto de una gran experiencia histórica, laboramos en una gran empresa, y compartimos la misma dedicación al principio de que la vida es importante porque Dios es real y nosotros somos su hijos, libre árbitros facultados para convertirnos en herederos de su reino.
Tal es el testimonio del Espíritu a este mormón Liahona. Cuando un misionero vuelve del campo y, en su discurso de bienvenida, relata alguna experiencia de conversión extraordinaria, yo tal vez note que su análisis es ingenuo o equivocado, pero igual me emociono por la descripción de cómo el evangelio trasforma vidas y les da significado. Cuando los maestros orientadores llaman, a veces estoy consciente de que estamos "representando un papel"; y sin embargo, en momentos de profunda preocupación o de gran satisfacción, me pegunto qué habría sido de mis hijas sin la iglesia. Cuando algún buen amigo fallece, víctima de algún accidente, no me consuelo con la idea de que Dios lo necesitaba más que su familia, pero mi lamento halla sosiego cuando reconozco el enorme significado que el apoyo temporal de los Santos y las promesas eternas del Señor tienen para aquellos que están de luto.
Por este testimonio, por la iglesia que lo inspira y lo nutre, por la hermandad de mormones Barra de Hierro y Liahona que lo comparten, expreso mi agradecimiento a mi Padre Celestial en el nombre de su hijo, Jesucristo. Amén.